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lunes, 27 de septiembre de 2010

A OBISPOS DE BRASIL: TODOS TENEMOS NECESIDAD DEL PERDON

CIUDAD DEL VATICANO, 25 SEP 2010 (VIS).-El Santo Padre recibió este mediodía a los prelados de la región Este I de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil, que acaban de realizar su visita “ad limina”.

Hablando de la situación de los jóvenes en las respectivas diócesis, el Papa recordó que el venerable Juan Pablo II, en el jubileo del 2000, los llamó “centinelas de la mañana”, “cuya tarea es despertar a sus hermanos que navegan en el vasto océano del tercer milenio. Como muestra de ello, recuerdo las largas colas de jóvenes que esperaban para confesarse en el Circo Máximo y que devolvieron a muchos sacerdotes la confianza en el sacramento de la Penitencia”.

“Como sabéis –continuó-, el núcleo de la crisis espiritual de nuestro tiempo tiene sus raíces en el oscurecimiento de la gracia del perdón. Cuando no se reconoce como real y eficaz, tiende a liberar a la persona de la culpa, de modo que las condiciones para la existencia de esta última no se verifiquen nunca. Pero en sus corazones, las personas así “liberadas” saben que esto no es cierto, que el pecado existe y que ellas mismas son pecadoras”.

Benedicto XVI subrayó que “todos necesitamos de Dios como el escultor divino que elimina la acumulación de polvo y los residuos que se depositan en la imagen de Dios inscrita en nosotros. Tenemos necesidad del perdón, que es el núcleo de toda verdadera reforma: renueva a la persona en lo más íntimo de su corazón y es el centro de la renovación de la comunidad”.

“Sólo a partir de una profunda renovación de la persona nace la Iglesia, la comunidad que une y sostiene en la vida y en la muerte. Es una compañía en “ascenso”, en el logro de aquella purificación que nos hace capaces de la verdadera altura del ser hombres, de la compañía con Dios. A medida que se realiza la purificación, también la subida –que al principio es ardua- es cada vez más alegre. Esta alegría debe reflejarse cada vez más en la Iglesia, contagiando el mundo, porque es la juventud del mundo”.

“Una obra como esta –terminó- no se puede realizar con nuestras fuerzas, sino que son necesarias la luz y la gracia que vienen del Espíritu de Dios y actúan en el fondo de los corazones y de las conciencias. Que ellas ayuden a vosotros y a vuestras diócesis en la formación de las mentes y de los corazones”.
AL/ VIS 20100927 (410)

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