CIUDAD DEL VATICANO, 26 SEP 2010 (VIS).-Benedicto XVI, antes de la oración del Ángelus, habló del Evangelio de este domingo, en el que se narra la parábola del rico Epulón y del pobre Lázaro. Mientras el primero vive en el lujo y en el egoísmo y, cuando muere va al infierno, Lázaro, que se alimentaba de las migajas de la mesa del rico, cuando muere es llevado por los ángeles a la morada eterna de Dios.
Esta parábola, explicó el Papa a los fieles reunidos en el patio del palacio apostólico de Castelgandolfo, nos dice dos cosas: “La primera es que Dios ama a los pobres y los levanta de su humillación. La segunda es que nuestro destino eterno está condicionado por nuestra conducta. Nos corresponde a nosotros seguir el camino que Dios nos ha enseñado para alcanzar la vida, y este camino es el amor, no entendido como sentimiento, sino como servicio a los demás, en la caridad de Cristo”.
El Santo Padre recordó después que mañana se celebra la memoria litúrgica de san Vicente de Paúl, patrono de las organizaciones caritativas católicas y de cuya muerte se cumplen 350 años. “En la Francia del 1600 -dijo- vivió muy de cerca el fuerte contraste entre los más ricos y los más pobres. Como sacerdote frecuentó tanto los ambientes de la aristocracia, como el campo o los bajos fondos de París, e impulsado por el amor a Cristo organizó formas estables de servicio a los marginados, dando vida a las (...) “Caridades”, grupos de mujeres que ponían su tiempo y sus bienes a disposición de los más marginados”.
Entre esas mujeres, el Papa citó a santa Luisa de Marillac, que junto con san Vicente fundó las Hijas de la Caridad, “primera congregación femenina que vivió su consagración “en el mundo”, en medio de la gente, con los enfermos y necesitados”.
“¡Sólo el Amor con la A mayúscula da la verdadera felicidad! Lo demuestra también el testimonio de otra joven que ayer fue proclamada beata en Roma. Hablo de Chiara Badano, una chica italiana nacida en 1971, que una enfermedad llevó a la muerte poco antes de que cumpliera 19 años, pero que fue para todos un rayo de luz, como decía su apodo “Chiara Luce” (Clara luz)”
La beatificación de Chiara Badano, que pertenecía al Movimiento de los Focolares, concluyó el pontífice, es “una fiesta para todos los jóvenes que pueden encontrar en ella un ejemplo de coherencia cristiana”.
ANG/ VIS 20100927 (430)
Esta parábola, explicó el Papa a los fieles reunidos en el patio del palacio apostólico de Castelgandolfo, nos dice dos cosas: “La primera es que Dios ama a los pobres y los levanta de su humillación. La segunda es que nuestro destino eterno está condicionado por nuestra conducta. Nos corresponde a nosotros seguir el camino que Dios nos ha enseñado para alcanzar la vida, y este camino es el amor, no entendido como sentimiento, sino como servicio a los demás, en la caridad de Cristo”.
El Santo Padre recordó después que mañana se celebra la memoria litúrgica de san Vicente de Paúl, patrono de las organizaciones caritativas católicas y de cuya muerte se cumplen 350 años. “En la Francia del 1600 -dijo- vivió muy de cerca el fuerte contraste entre los más ricos y los más pobres. Como sacerdote frecuentó tanto los ambientes de la aristocracia, como el campo o los bajos fondos de París, e impulsado por el amor a Cristo organizó formas estables de servicio a los marginados, dando vida a las (...) “Caridades”, grupos de mujeres que ponían su tiempo y sus bienes a disposición de los más marginados”.
Entre esas mujeres, el Papa citó a santa Luisa de Marillac, que junto con san Vicente fundó las Hijas de la Caridad, “primera congregación femenina que vivió su consagración “en el mundo”, en medio de la gente, con los enfermos y necesitados”.
“¡Sólo el Amor con la A mayúscula da la verdadera felicidad! Lo demuestra también el testimonio de otra joven que ayer fue proclamada beata en Roma. Hablo de Chiara Badano, una chica italiana nacida en 1971, que una enfermedad llevó a la muerte poco antes de que cumpliera 19 años, pero que fue para todos un rayo de luz, como decía su apodo “Chiara Luce” (Clara luz)”
La beatificación de Chiara Badano, que pertenecía al Movimiento de los Focolares, concluyó el pontífice, es “una fiesta para todos los jóvenes que pueden encontrar en ella un ejemplo de coherencia cristiana”.
ANG/ VIS 20100927 (430)
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