CIUDAD DEL VATICANO, 11 JUL 2010 (VIS).-A mediodía el Santo Padre se asomó al balcón del patio interior del Palacio Apostólico de Castelgandolfo, donde transcurre un período de descanso estival, para rezar el Ángelus con los peregrinos presentes.
Comentando el Evangelio de hoy, la parábola del Buen Samaritano, el Papa afirmó que Cristo nos llama a “hacernos prójimo de quienquiera que necesite ayuda. Efectivamente el Samaritano se hace cargo de la condición de un desconocido que los malhechores habían dejado medio muerto en el camino, mientras un sacerdote y un levita habían pasado de largo pensando quizás que entrando en contacto con la sangre, como decía un precepto, se habrían contaminado”.
“La parábola, por lo tanto, -prosiguió- debe llevarnos a transformar nuestra mentalidad según la lógica de Cristo, que es la lógica de la caridad: Dios es amor y rendirle culto significa servir a los hermanos con amor sincero y generoso.
“Esta narración evangélica -explicó el pontífice- nos da el “criterio de medida”, es decir “la universalidad del amor que se dirige al necesitado encontrado casualmente, quienquiera que sea. Al lado de esta regla universal hay también una exigencia específicamente eclesial, de que precisamente en la Iglesia misma como familia, ninguno de sus miembros sufra por encontrarse en necesidad. El programa del cristiano, aprendido de la enseñanza de Jesús, es “un corazón que ve”, donde hay necesidad de amor y actúa en consecuencia”.
Por último, el Santo Padre recordó que hoy la Iglesia celebra a San Benito de Nursia, patrono de su pontificado y “padre y legislador del monaquismo occidental”, a quien Pablo VI proclamó en 1964 Patrono de Europa, “reconociendo la obra maravillosa que desarrolló en la formación de la civilización europea”.
“Confiemos a la Virgen María nuestro camino de fe y, en particular, este tiempo de vacaciones -concluyó- para que nuestros corazones no pierdan nunca de vista ni la Palabra de Dios ni a nuestros hermanos en dificultades”.
ANG/ VIS 20100712 (340)
Comentando el Evangelio de hoy, la parábola del Buen Samaritano, el Papa afirmó que Cristo nos llama a “hacernos prójimo de quienquiera que necesite ayuda. Efectivamente el Samaritano se hace cargo de la condición de un desconocido que los malhechores habían dejado medio muerto en el camino, mientras un sacerdote y un levita habían pasado de largo pensando quizás que entrando en contacto con la sangre, como decía un precepto, se habrían contaminado”.
“La parábola, por lo tanto, -prosiguió- debe llevarnos a transformar nuestra mentalidad según la lógica de Cristo, que es la lógica de la caridad: Dios es amor y rendirle culto significa servir a los hermanos con amor sincero y generoso.
“Esta narración evangélica -explicó el pontífice- nos da el “criterio de medida”, es decir “la universalidad del amor que se dirige al necesitado encontrado casualmente, quienquiera que sea. Al lado de esta regla universal hay también una exigencia específicamente eclesial, de que precisamente en la Iglesia misma como familia, ninguno de sus miembros sufra por encontrarse en necesidad. El programa del cristiano, aprendido de la enseñanza de Jesús, es “un corazón que ve”, donde hay necesidad de amor y actúa en consecuencia”.
Por último, el Santo Padre recordó que hoy la Iglesia celebra a San Benito de Nursia, patrono de su pontificado y “padre y legislador del monaquismo occidental”, a quien Pablo VI proclamó en 1964 Patrono de Europa, “reconociendo la obra maravillosa que desarrolló en la formación de la civilización europea”.
“Confiemos a la Virgen María nuestro camino de fe y, en particular, este tiempo de vacaciones -concluyó- para que nuestros corazones no pierdan nunca de vista ni la Palabra de Dios ni a nuestros hermanos en dificultades”.
ANG/ VIS 20100712 (340)
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