CIUDAD DEL VATICANO, 8 MAY 2010 (VIS).-El Santo Padre recibió hoy a los prelados de la Conferencia Episcopal de Bélgica que acaban de realizar su visita “ad limina”.
Refiriéndose a los informes de los obispos sobre sus diferentes diócesis, el Papa mencionó “la disminución del número de bautizados que abiertamente testimonian su fe y su pertenencia a la Iglesia, el aumento gradual de la media de edad de los sacerdotes, religiosos y religiosas, la insuficiencia de personas ordenadas o consagradas comprometidas en la pastoral activa o en los campos educativo y social, el número escaso de candidatos al sacerdocio y a la vida consagrada”.
“La formación cristiana, sobre todo la de las jóvenes generaciones -continuó-, las cuestiones relativas al respeto de la vida y a la institución del matrimonio y de la familia son otros temas sensibles. También se pueden mencionar las situaciones complejas y a menudo preocupantes relacionadas con la crisis económica, el desempleo, la integración social de los inmigrantes, la coexistencia pacífica de las diversas comunidades lingüísticas y culturales de la Nación”.
Benedicto XVI puso de relieve que “un evento significativo para hoy y para el futuro ha sido la canonización del padre Damien De Veuster”, de quien destacó “su riqueza interior, su oración constante, su unión con Cristo, que vio presente en sus hermanos y que como El, se entregó a ellos sin reservas. En este Año Sacerdotal es bueno proponer su ejemplo sacerdotal y misionero, especialmente a los sacerdotes y religiosos”.
Tras resaltar que “la disminución del número de sacerdotes no debe considerarse un proceso inevitable”, el Papa habló de la necesidad y urgencia de “reservar al ministerio sacerdotal el lugar que le corresponde y reconocer el carácter sacramental insustituible. De ello se deduce, por tanto, la necesidad de una pastoral vocacional amplia y seria, basada en la santidad ejemplar de los sacerdotes, en la atención a los gérmenes de vocación presentes en muchos jóvenes y en la oración asidua y confiada, según la recomendación de Jesús”.
El Santo Padre agradeció y alentó la labor de los sacerdotes, religiosos y misioneros y subrayó que “solo Cristo calma todas las tempestades y da fuerza y valentía para llevar una vida santa en plena fidelidad a su propio ministerio, a su consagración a Dios y al testimonio cristiano”.
“Es importante –dijo el Papa- que los sacerdotes cuiden las celebraciones litúrgicas, especialmente la Eucaristía”. En este contexto, subrayó que “es necesario que en las celebraciones se respete la tradición litúrgica de la Iglesia, con una participación activa de los fieles, según el papel que corresponde a cada uno, uniéndose al misterio pascual de Cristo”.
Benedicto XVI comentó a continuación que en sus informes, los obispos habían manifestado su preocupación por la formación de los laicos. “Hay que discernir todas las posibilidades que derivan de la vocación común de los laicos a la santidad y al compromiso apostólico, respetando la distinción esencial entre el sacerdocio ministerial y el sacerdocio común de los fieles”.
“Todos los miembros de la comunidad católica, pero de una manera especial los fieles laicos, están llamados a testimoniar abiertamente su fe y a ser fermento en la sociedad, respetando una sana laicidad de las instituciones públicas y las otras confesiones religiosas. Tal testimonio -terminó- no puede limitarse al encuentro personal, sino que también debe asumir las características de una propuesta pública, respetuosa pero legítima, de los valores inspirados por el mensaje evangélico de Cristo”.
AL/ VIS 20100510 (580)
Refiriéndose a los informes de los obispos sobre sus diferentes diócesis, el Papa mencionó “la disminución del número de bautizados que abiertamente testimonian su fe y su pertenencia a la Iglesia, el aumento gradual de la media de edad de los sacerdotes, religiosos y religiosas, la insuficiencia de personas ordenadas o consagradas comprometidas en la pastoral activa o en los campos educativo y social, el número escaso de candidatos al sacerdocio y a la vida consagrada”.
“La formación cristiana, sobre todo la de las jóvenes generaciones -continuó-, las cuestiones relativas al respeto de la vida y a la institución del matrimonio y de la familia son otros temas sensibles. También se pueden mencionar las situaciones complejas y a menudo preocupantes relacionadas con la crisis económica, el desempleo, la integración social de los inmigrantes, la coexistencia pacífica de las diversas comunidades lingüísticas y culturales de la Nación”.
Benedicto XVI puso de relieve que “un evento significativo para hoy y para el futuro ha sido la canonización del padre Damien De Veuster”, de quien destacó “su riqueza interior, su oración constante, su unión con Cristo, que vio presente en sus hermanos y que como El, se entregó a ellos sin reservas. En este Año Sacerdotal es bueno proponer su ejemplo sacerdotal y misionero, especialmente a los sacerdotes y religiosos”.
Tras resaltar que “la disminución del número de sacerdotes no debe considerarse un proceso inevitable”, el Papa habló de la necesidad y urgencia de “reservar al ministerio sacerdotal el lugar que le corresponde y reconocer el carácter sacramental insustituible. De ello se deduce, por tanto, la necesidad de una pastoral vocacional amplia y seria, basada en la santidad ejemplar de los sacerdotes, en la atención a los gérmenes de vocación presentes en muchos jóvenes y en la oración asidua y confiada, según la recomendación de Jesús”.
El Santo Padre agradeció y alentó la labor de los sacerdotes, religiosos y misioneros y subrayó que “solo Cristo calma todas las tempestades y da fuerza y valentía para llevar una vida santa en plena fidelidad a su propio ministerio, a su consagración a Dios y al testimonio cristiano”.
“Es importante –dijo el Papa- que los sacerdotes cuiden las celebraciones litúrgicas, especialmente la Eucaristía”. En este contexto, subrayó que “es necesario que en las celebraciones se respete la tradición litúrgica de la Iglesia, con una participación activa de los fieles, según el papel que corresponde a cada uno, uniéndose al misterio pascual de Cristo”.
Benedicto XVI comentó a continuación que en sus informes, los obispos habían manifestado su preocupación por la formación de los laicos. “Hay que discernir todas las posibilidades que derivan de la vocación común de los laicos a la santidad y al compromiso apostólico, respetando la distinción esencial entre el sacerdocio ministerial y el sacerdocio común de los fieles”.
“Todos los miembros de la comunidad católica, pero de una manera especial los fieles laicos, están llamados a testimoniar abiertamente su fe y a ser fermento en la sociedad, respetando una sana laicidad de las instituciones públicas y las otras confesiones religiosas. Tal testimonio -terminó- no puede limitarse al encuentro personal, sino que también debe asumir las características de una propuesta pública, respetuosa pero legítima, de los valores inspirados por el mensaje evangélico de Cristo”.
AL/ VIS 20100510 (580)
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