CIUDAD DEL VATICANO, 20 MAY 2010 (VIS).-El Papa recibió hoy en audiencia al primer embajador de Emiratos Árabes Unidos ante la Santa Sede, la señora Hissa Abdulla Ahmed Al-Otaiba, con motivo de la presentación de las cartas credenciales.
En su discurso, el Santo Padre puso de relieve que “el amor de Dios y el respeto de la dignidad del prójimo motiva la diplomacia de la Santa Sede y configura la misión de la Iglesia católica de servicio a la comunidad internacional. La acción de la Iglesia en el campo de las relaciones diplomáticas promueve la paz, los derechos humanos y el desarrollo integral, y por tanto, se esfuerza por el desarrollo auténtico de todos, sin distinción de raza, color o creencia”.
“La Santa Sede y la Iglesia católica –continuó- hacen hincapié en la dignidad humana para mantener una visión clara y auténtica de la humanidad en el escenario internacional y con el fin de reunir nuevas energías al servicio de lo que es mejor para el desarrollo de los pueblos y naciones”.
Benedicto XVI dijo a la diplomática que, “a pesar de las dificultades, los Emiratos Árabes Unidos han experimentado un notable crecimiento económico en los últimos años. En este contexto, su país ha acogido a cientos de miles de extranjeros en busca de trabajo y de un futuro financiero más seguro para ellos y para sus familias”.
“La apertura de los Emiratos Árabes Unidos a los trabajadores extranjeros –continuó- requiere esfuerzos constantes para fortalecer las condiciones necesarias para la coexistencia pacifica y el progreso social, y esto es digno de elogio”. En este sentido, el Papa manifestó su satisfacción porque “hay varias iglesias católicas construidas en terrenos donados por las autoridades públicas”.
El Santo Padre expresó el deseo de la Santa Sede de que “esta cooperación continúe y prospere realmente, en proporción al aumento de las necesidades pastorales de la población católica de los Emiratos. La libertad de culto contribuye notablemente al bien común y produce armonía social a todas las sociedades donde se practica. Le aseguro el deseo de los católicos presentes en vuestro país para contribuir -concluyó- al bienestar de vuestra sociedad, a vivir el temor de Dios y a respetar la dignidad de todos los pueblos y religiones”.
CD/ VIS 20100520 (380)
En su discurso, el Santo Padre puso de relieve que “el amor de Dios y el respeto de la dignidad del prójimo motiva la diplomacia de la Santa Sede y configura la misión de la Iglesia católica de servicio a la comunidad internacional. La acción de la Iglesia en el campo de las relaciones diplomáticas promueve la paz, los derechos humanos y el desarrollo integral, y por tanto, se esfuerza por el desarrollo auténtico de todos, sin distinción de raza, color o creencia”.
“La Santa Sede y la Iglesia católica –continuó- hacen hincapié en la dignidad humana para mantener una visión clara y auténtica de la humanidad en el escenario internacional y con el fin de reunir nuevas energías al servicio de lo que es mejor para el desarrollo de los pueblos y naciones”.
Benedicto XVI dijo a la diplomática que, “a pesar de las dificultades, los Emiratos Árabes Unidos han experimentado un notable crecimiento económico en los últimos años. En este contexto, su país ha acogido a cientos de miles de extranjeros en busca de trabajo y de un futuro financiero más seguro para ellos y para sus familias”.
“La apertura de los Emiratos Árabes Unidos a los trabajadores extranjeros –continuó- requiere esfuerzos constantes para fortalecer las condiciones necesarias para la coexistencia pacifica y el progreso social, y esto es digno de elogio”. En este sentido, el Papa manifestó su satisfacción porque “hay varias iglesias católicas construidas en terrenos donados por las autoridades públicas”.
El Santo Padre expresó el deseo de la Santa Sede de que “esta cooperación continúe y prospere realmente, en proporción al aumento de las necesidades pastorales de la población católica de los Emiratos. La libertad de culto contribuye notablemente al bien común y produce armonía social a todas las sociedades donde se practica. Le aseguro el deseo de los católicos presentes en vuestro país para contribuir -concluyó- al bienestar de vuestra sociedad, a vivir el temor de Dios y a respetar la dignidad de todos los pueblos y religiones”.
CD/ VIS 20100520 (380)
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