CIUDAD DEL VATICANO, 28 MAY 2010 (VIS).-El Papa recibió esta mañana a los participantes en la sesión plenaria del Pontificio Consejo para las Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, que han reflexionado estos días sobre el tema: “Pastoral de la movilidad humana hoy, en el contexto de la corresponsabilidad de los Estados y de los organismos internacionales”.
El Santo Padre manifestó su aprecio por “el esfuerzo de construir un sistema de normas compartidas que contemplen los derechos y deberes del extranjero, así como los de la comunidad de acogida, teniendo en cuenta, en primer lugar, la dignidad de cada persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios. Obviamente, la adquisición de derechos está unida a la acogida de deberes”.
“Las normativas nacionales e internacionales que promueven el bien común y el respeto de las personas –dijo- alientan la esperanza y los esfuerzos para alcanzar un orden social mundial basado en la paz, en la fraternidad y en la cooperación de todos, a pesar de la fase critica que están atravesando las instituciones internacionales, comprometidas en resolver las cuestiones cruciales de la seguridad y del desarrollo, en beneficio de todos”.
Benedicto XVI subrayó que “todavía no se ha apagado el anhelo de muchos para derribar los muros que dividen y establecer amplios acuerdos, también mediante disposiciones legislativas y praxis administrativas que favorezcan la integración, el intercambio mutuo y el enriquecimiento reciproco. Se pueden ofrecer de hecho perspectivas de convivencia entre los pueblos por medio de medidas sensatas y concertadas para la acogida y la integración, consintiendo ocasiones de ingreso en la legalidad, favoreciendo el justo derecho a reunirse con las familias, al asilo y al refugio, compensando las medidas restrictivas necesarias y contratando el deplorable trafico de personas”.
“Precisamente aquí –continuo- las diferentes organizaciones internacionales, en cooperación entre ellas y con los Estados, pueden ofrecer su peculiar contribución para conciliar, con varias modalidades, el reconocimiento de los derechos de la persona y el principio de soberanía nacional, con una referencia especifica a las exigencias de la seguridad, del orden publico y del control de las fronteras”.
Tras poner de relieve que “los derechos fundamentales de la persona pueden ser el punto central del compromiso de corresponsabilidad de las instituciones nacionales e internacionales”, el Santo Padre recordó que “están estrechamente ligados con “la apertura a la vida, que es el centro del verdadero desarrollo”.
“La apertura a la vida y los derechos de la familia deben ser remarcados en los diferentes contextos”, resalto el Papa. “El futuro de nuestras sociedades se basa en el encuentro entre los pueblos, en el dialogo entre las culturas en el respeto de las identidades y de las diferencias legitimas. En este escenario –concluyo-, la familia mantiene su papel fundamental. Por eso, la Iglesia, con el anuncio del Evangelio de Cristo, en cada sector de la existencia, lleva adelante “el compromiso (…) no sólo en favor del individuo emigrante, sino también de su familia, lugar y recurso de la cultura de la vida y principio de integración de valores”.
AC/ VIS 20100528 (520)
El Santo Padre manifestó su aprecio por “el esfuerzo de construir un sistema de normas compartidas que contemplen los derechos y deberes del extranjero, así como los de la comunidad de acogida, teniendo en cuenta, en primer lugar, la dignidad de cada persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios. Obviamente, la adquisición de derechos está unida a la acogida de deberes”.
“Las normativas nacionales e internacionales que promueven el bien común y el respeto de las personas –dijo- alientan la esperanza y los esfuerzos para alcanzar un orden social mundial basado en la paz, en la fraternidad y en la cooperación de todos, a pesar de la fase critica que están atravesando las instituciones internacionales, comprometidas en resolver las cuestiones cruciales de la seguridad y del desarrollo, en beneficio de todos”.
Benedicto XVI subrayó que “todavía no se ha apagado el anhelo de muchos para derribar los muros que dividen y establecer amplios acuerdos, también mediante disposiciones legislativas y praxis administrativas que favorezcan la integración, el intercambio mutuo y el enriquecimiento reciproco. Se pueden ofrecer de hecho perspectivas de convivencia entre los pueblos por medio de medidas sensatas y concertadas para la acogida y la integración, consintiendo ocasiones de ingreso en la legalidad, favoreciendo el justo derecho a reunirse con las familias, al asilo y al refugio, compensando las medidas restrictivas necesarias y contratando el deplorable trafico de personas”.
“Precisamente aquí –continuo- las diferentes organizaciones internacionales, en cooperación entre ellas y con los Estados, pueden ofrecer su peculiar contribución para conciliar, con varias modalidades, el reconocimiento de los derechos de la persona y el principio de soberanía nacional, con una referencia especifica a las exigencias de la seguridad, del orden publico y del control de las fronteras”.
Tras poner de relieve que “los derechos fundamentales de la persona pueden ser el punto central del compromiso de corresponsabilidad de las instituciones nacionales e internacionales”, el Santo Padre recordó que “están estrechamente ligados con “la apertura a la vida, que es el centro del verdadero desarrollo”.
“La apertura a la vida y los derechos de la familia deben ser remarcados en los diferentes contextos”, resalto el Papa. “El futuro de nuestras sociedades se basa en el encuentro entre los pueblos, en el dialogo entre las culturas en el respeto de las identidades y de las diferencias legitimas. En este escenario –concluyo-, la familia mantiene su papel fundamental. Por eso, la Iglesia, con el anuncio del Evangelio de Cristo, en cada sector de la existencia, lleva adelante “el compromiso (…) no sólo en favor del individuo emigrante, sino también de su familia, lugar y recurso de la cultura de la vida y principio de integración de valores”.
AC/ VIS 20100528 (520)
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