CIUDAD DEL VATICANO, 12 SEP 2008 (VIS).-El Papa partió a las 9,20 del aeropuerto romano de Fiumicino y tras dos horas de vuelo aterrizó en el aeropuerto de París-Orly, comenzando de este modo su décimo viaje apostólico internacional y el primero a Francia.
El Santo Padre fue acogido en la escalerilla del avión por el presidente de la República francesa, Nicolas Sarkozy. Tras saludar al cardenal André Vingt-Trois, arzobispo de París y a algunas autoridades civiles y religiosas, se trasladó en automóvil a la nunciatura apostólica. Desde allí se dirigió unos minutos más tarde al Palacio del Elíseo, donde a las 12,30 realizó una visita de cortesía al presidente de la República.
Terminado el coloquio privado entre el Papa y Sarkozy, tuvo lugar el encuentro con las autoridades del Estado. Después de las palabras del presidente francés, Benedicto XVI pronunció el primer discurso de su viaje.
El Papa recordó al inicio de su discurso que el motivo principal de este viaje es "la celebración del 150 aniversario de las apariciones de la Virgen María en Lourdes".
Refiriéndose a lo que el presidente Sarkozy afirmó durante su visita a Roma en diciembre de 2007, que "las raíces de Francia -como las de Europa- son cristianas", el Santo Padre dijo: "Basta la historia para demostrarlo; desde sus orígenes, su país ha recibido el mensaje del Evangelio". En este contexto recordó la fundación de muchas congregaciones religiosas para ayudar a los más necesitados, así como las miles de iglesias, abadías y catedrales de esta tierra.
"La Iglesia en Francia -continuó- goza actualmente de un régimen de libertad. La desconfianza del pasado se ha transformado paulatinamente en un diálogo sereno y positivo, que se consolida cada vez más. Existe un nuevo instrumento de diálogo desde 2002 -dijo- y tengo una gran confianza en su trabajo porque la buena voluntad es recíproca".
"En este momento histórico en que las culturas se entrecruzan cada vez más, estoy profundamente convencido -aseguró- de que es cada vez más necesaria una nueva reflexión sobre el significado auténtico y sobre la importancia de la laicidad. Es fundamental, por una parte, insistir en la distinción entre el ámbito político y religioso para tutelar tanto la libertad religiosa de los ciudadanos como la responsabilidad del Estado hacia ellos, y por otra parte, adquirir una conciencia más clara de las funciones insustituibles de la religión para la formación de las conciencias y de la contribución que puede aportar, junto a otras instancias, para la creación de un consenso ético fundamental en la sociedad".
Tras poner de relieve que los jóvenes son su "mayor preocupación", Benedicto XVI dijo que muchos de ellos "han perdido su referencia en la vida familiar" y otros se hallan "marginados y a menudo abandonados a sí mismos, son frágiles y tienen que hacer frente solos a una realidad que les sobrepasa".
Por eso, añadió, "hay que ofrecerles un buen marco educativo y animarlos a respetar y ayudar a los otros, para que lleguen serenamente a la edad de la responsabilidad. La Iglesia puede aportar en este campo una contribución específica. La situación social de occidente, por desgracia marcada por un avance solapado de la distancia entre ricos y pobres, también me preocupa. Estoy seguro que es posible encontrar soluciones justas que, sobrepasando la inmediata ayuda necesaria, vayan al corazón de los problemas, para proteger a los débiles y fomentar su dignidad".
El Papa manifestó su preocupación por "el estado de nuestro planeta". En este sentido señaló la necesidad de "aprender a respetarlo y protegerlo mejor. Me parece que ha llegado el momento de hacer propuestas más constructivas para garantizar el bienestar de las generaciones futuras".
"El ejercicio de la Presidencia de la Unión Europea supone para su país -afirmó- una ocasión para dar testimonio del compromiso de Francia, según su noble tradición, con los derechos humanos y su promoción para el bien de la persona y de la sociedad. Cuando el ciudadano europeo llegue a experimentar personalmente que los derechos inalienables del ser humano, desde su concepción hasta su muerte natural, así como los concernientes a su educación libre, su vida familiar, su trabajo, sin olvidar naturalmente sus derechos religiosos, cuando este ciudadano europeo, por tanto, entienda que estos derechos, que constituyen una unidad indisociable, son promovidos y respetados, entonces comprenderá plenamente la grandeza de la construcción de la Unión y llegará a ser un artífice activo".
El Santo Padre señaló que "frente al peligro del resurgir de antiguos recelos, tensiones y contraposiciones entre las Naciones, de las que hoy somos testigos preocupados, Francia, históricamente sensible a la reconciliación entre los pueblos, está llamada a ayudar a Europa a construir la paz dentro de sus fronteras y en el mundo entero. A este respecto, es importante promover una unidad que no puede ni quiere transformarse en uniformidad, sino que sea capaz de garantizar el respeto de las diferencias nacionales y de las tradiciones culturales, que constituyen una riqueza en la sinfonía europea, recordando, por otra parte, que "la propia identidad nacional no se realiza sino es en apertura con los demás pueblos y por la solidaridad con ellos". Confío en que vuestro país contribuya cada vez más al progreso de este siglo a la serenidad, la armonía y la paz".
Concluido el encuentro, el Papa se trasladó a la nunciatura apostólica, donde almorzó en privado.
A las 17,00 de hoy, el Santo Padre participará en un breve acto en la nunciatura apostólica con representantes de la comunidad judía y a continuación se dirigirá al Colegio de los Bernardinos, recientemente abierto al público tras su restauración, donde está previsto el encuentro con el mundo de la cultura.
PV-FRANCIA/LLEGADA/PARIS VIS 20080912 (950)
El Santo Padre fue acogido en la escalerilla del avión por el presidente de la República francesa, Nicolas Sarkozy. Tras saludar al cardenal André Vingt-Trois, arzobispo de París y a algunas autoridades civiles y religiosas, se trasladó en automóvil a la nunciatura apostólica. Desde allí se dirigió unos minutos más tarde al Palacio del Elíseo, donde a las 12,30 realizó una visita de cortesía al presidente de la República.
Terminado el coloquio privado entre el Papa y Sarkozy, tuvo lugar el encuentro con las autoridades del Estado. Después de las palabras del presidente francés, Benedicto XVI pronunció el primer discurso de su viaje.
El Papa recordó al inicio de su discurso que el motivo principal de este viaje es "la celebración del 150 aniversario de las apariciones de la Virgen María en Lourdes".
Refiriéndose a lo que el presidente Sarkozy afirmó durante su visita a Roma en diciembre de 2007, que "las raíces de Francia -como las de Europa- son cristianas", el Santo Padre dijo: "Basta la historia para demostrarlo; desde sus orígenes, su país ha recibido el mensaje del Evangelio". En este contexto recordó la fundación de muchas congregaciones religiosas para ayudar a los más necesitados, así como las miles de iglesias, abadías y catedrales de esta tierra.
"La Iglesia en Francia -continuó- goza actualmente de un régimen de libertad. La desconfianza del pasado se ha transformado paulatinamente en un diálogo sereno y positivo, que se consolida cada vez más. Existe un nuevo instrumento de diálogo desde 2002 -dijo- y tengo una gran confianza en su trabajo porque la buena voluntad es recíproca".
"En este momento histórico en que las culturas se entrecruzan cada vez más, estoy profundamente convencido -aseguró- de que es cada vez más necesaria una nueva reflexión sobre el significado auténtico y sobre la importancia de la laicidad. Es fundamental, por una parte, insistir en la distinción entre el ámbito político y religioso para tutelar tanto la libertad religiosa de los ciudadanos como la responsabilidad del Estado hacia ellos, y por otra parte, adquirir una conciencia más clara de las funciones insustituibles de la religión para la formación de las conciencias y de la contribución que puede aportar, junto a otras instancias, para la creación de un consenso ético fundamental en la sociedad".
Tras poner de relieve que los jóvenes son su "mayor preocupación", Benedicto XVI dijo que muchos de ellos "han perdido su referencia en la vida familiar" y otros se hallan "marginados y a menudo abandonados a sí mismos, son frágiles y tienen que hacer frente solos a una realidad que les sobrepasa".
Por eso, añadió, "hay que ofrecerles un buen marco educativo y animarlos a respetar y ayudar a los otros, para que lleguen serenamente a la edad de la responsabilidad. La Iglesia puede aportar en este campo una contribución específica. La situación social de occidente, por desgracia marcada por un avance solapado de la distancia entre ricos y pobres, también me preocupa. Estoy seguro que es posible encontrar soluciones justas que, sobrepasando la inmediata ayuda necesaria, vayan al corazón de los problemas, para proteger a los débiles y fomentar su dignidad".
El Papa manifestó su preocupación por "el estado de nuestro planeta". En este sentido señaló la necesidad de "aprender a respetarlo y protegerlo mejor. Me parece que ha llegado el momento de hacer propuestas más constructivas para garantizar el bienestar de las generaciones futuras".
"El ejercicio de la Presidencia de la Unión Europea supone para su país -afirmó- una ocasión para dar testimonio del compromiso de Francia, según su noble tradición, con los derechos humanos y su promoción para el bien de la persona y de la sociedad. Cuando el ciudadano europeo llegue a experimentar personalmente que los derechos inalienables del ser humano, desde su concepción hasta su muerte natural, así como los concernientes a su educación libre, su vida familiar, su trabajo, sin olvidar naturalmente sus derechos religiosos, cuando este ciudadano europeo, por tanto, entienda que estos derechos, que constituyen una unidad indisociable, son promovidos y respetados, entonces comprenderá plenamente la grandeza de la construcción de la Unión y llegará a ser un artífice activo".
El Santo Padre señaló que "frente al peligro del resurgir de antiguos recelos, tensiones y contraposiciones entre las Naciones, de las que hoy somos testigos preocupados, Francia, históricamente sensible a la reconciliación entre los pueblos, está llamada a ayudar a Europa a construir la paz dentro de sus fronteras y en el mundo entero. A este respecto, es importante promover una unidad que no puede ni quiere transformarse en uniformidad, sino que sea capaz de garantizar el respeto de las diferencias nacionales y de las tradiciones culturales, que constituyen una riqueza en la sinfonía europea, recordando, por otra parte, que "la propia identidad nacional no se realiza sino es en apertura con los demás pueblos y por la solidaridad con ellos". Confío en que vuestro país contribuya cada vez más al progreso de este siglo a la serenidad, la armonía y la paz".
Concluido el encuentro, el Papa se trasladó a la nunciatura apostólica, donde almorzó en privado.
A las 17,00 de hoy, el Santo Padre participará en un breve acto en la nunciatura apostólica con representantes de la comunidad judía y a continuación se dirigirá al Colegio de los Bernardinos, recientemente abierto al público tras su restauración, donde está previsto el encuentro con el mundo de la cultura.
PV-FRANCIA/LLEGADA/PARIS VIS 20080912 (950)
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