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domingo, 19 de febrero de 2006

LA MISERICORDIA DE DIOS SANA AL SER HUMANO


CIUDAD DEL VATICANO, 19 FEB 2006 (VIS).- Las curaciones milagrosas de Jesús, al inicio de su ministerio, de las que tratan los evangelios de estos domingos, volvieron a ser de nuevo el tema de la meditación de Benedicto XVI, antes de rezar el Angelus con los peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.

  El paralítico curado por Cristo, del que habla la liturgia de hoy, "es imagen de todo ser humano, a quien el pecado impide moverse libremente y (...) dar lo mejor de sí", dijo el Papa. "En efecto, el mal, anidando en el espíritu, ata al ser humano y (...) poco a poco le paraliza. Por eso  Jesús  dice antes: "Tus pecados te son perdonados" y sólo después (...)  añade: "Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa". El mensaje es claro: el hombre, paralizado por el pecado, tiene necesidad de la misericordia de Dios que Cristo ha venido a darle, para que, sanado en el corazón, toda su existencia se renueve".

  "También hoy la humanidad -prosiguió- lleva los signos del pecado, que le impiden progresar con rapidez en los valores de fraternidad, justicia, y paz propuestos en solemnes declaraciones. ¿Por qué? Sabemos bien que, en el plano histórico, las causas son múltiples y el problema es complejo. Pero la Palabra de Dios nos invita mirar las cosas con fe y a confiar, como aquellas personas que llevaron al paralítico, en que sólo Jesús puede curar verdaderamente".

  "La elección de mis predecesores, especialmente del amado Juan Pablo II -subrayó Benedicto XVI- fue conducir a los hombres de nuestro tiempo a Cristo Redentor para que (...) les pudiera curar. También yo he querido proseguir en este camino. En particular, con mi primera encíclica "Deus caritas est", he querido indicar a los creyentes y al mundo entero que Dios es fuente de auténtico amor. Sólo el amor de Dios puede renovar el corazón del hombre, y sólo si sana en el corazón, la humanidad paralizada pueda levantarse y caminar".

  Una vez rezado el Angelus, el Papa volvió a recordar el catastrófico alud que sepultó dos pueblos la pasada semana en Filipinas. "Os pido -dijo el Santo Padre- que os unáis a mí en la oración por las víctimas, sus seres queridos y todos los afectados. ¡Que las familias afligidas experimenten el consuelo de la presencia del Señor y que los responsables de las operaciones de rescate estén seguros de nuestra preocupación y apoyo!".
ANG/MISERICORDIA CRISTO:FILIPINAS/...             VIS 20060220 (410)

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