Ciudad
del Vaticano, 1 de octubre de 2015 (Vis).-El cardenal Antonio María
Veglió, Presidente del Pontificio Consejo de la Pastoral para los
Emigrantes e Itinerantes y el arzobispo Joseph Kalathiparambil,
Secretario del mismo dicasterio, han presentado esta mañana en la
Oficina de Prensa de la Santa Sede el Mensaje del Santo Padre para la
Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado que se publica hoy.
El
cardenal Vegliò explicó que por una parte la Jornada se inserta
naturalmente en el contexto del Año de la Misericordia, punto de
referencia para toda la Iglesia en los próximos meses, y por otra,
la dimensión adquirida por el fenómeno de las migraciones y sus
muchas tragedias exige, en todas sus formas, una respuesta.
Por
eso se espera que este año la Jornada se celebre en toda la Iglesia,
sea en ámbito nacional que diocesano, como Jornada Jubilar de los
Emigrantes y Refugiados, y se convierta así en una oportunidad real
para que toda la comunidad cristiana reflexione, rece y actúe. ''La
migración -señaló- afecta especialmente a nuestras iglesias
locales, ya que son los puntos más cercanos a los migrantes y
refugiados. Allí nos encontramos con ellos cara a cara y nuestro
encuentro puede asumir una dimensión concreta''.
''No
podemos permanecer indiferentes o en silencio frente a tantas
tragedias. No se puede por menos que expresar el dolor más
profundo ante tantos sufrimientos; son hombres y mujeres - a menudo
pobres, hambrientos, perseguidos, heridos espiritual o físcamente,
explotados o víctimas de la guerra - que buscan una vida mejor...
Este es el fundamento del tema elegido por el Santo Padre para la
próxima Jornada'', añadió el purpurado, esbozando a continuación
las cuestiones que, en el documento del Papa, interpelan a los
individuos y a la comunidad.
En
primer lugar, se habla de una crisis humanitaria en el contexto de
la migración que afecta no sólo a Europa, sino a todo el mundo.
Este hecho, como escribe el Santo Padre, ''requiere una
profundización para entender mejor las causas que desencadenan las
migraciones junto con las consecuencias que de ellas se derivan, no
solo en los lugares de llegada, sino también en un panorama
global, para abordar el fenómeno con justicia y salvaguardando la
dignidad humana''.
En
segundo lugar, el Mensaje evidencia la cuestión de la identidad,
''La llegada de los inmigrantes a un nuevo contexto social requiere
un proceso de adaptación mutua a una nueva situación -observó el
cardenal- Su inclusión en la nueva sociedad les exige también un
esfuerzo interior que requiere una serie de cambios en los
elementos de su identidad para adaptarse al nuevo contexto social y
cultural''. Asimismo, la llegada del emigrante interpela seriamente
a las sociedades de acogida para que ''el proceso de inserción e
integración respete los valores que hacen al hombre más hombre en
relación con Dios, con los demás y con la creación, pero permita
al mismo tiempo que el migrante sea capaz de contribuir al
crecimiento de la sociedad que lo recibe. El Santo Padre nos invita a
encontrar un delicado equilibrio entre los dos extremos, evitando la
creación de un gueto cultural, por un lado, y cualquier atisbo de
nacionalismo extremo y xenofobia por otro''.
El
Mensaje evidencia igualmente el tema de la acogida, subrayando que
''la Iglesia tiene una "palabra" profética a la hora de
sensibilizar a la acogida, que resuena con fuerza en las distintas
acciones y obras de las que se hacen cargo concretamente las
comunidades cristianas''.
Frente
a estas cuestiones y preguntas, el Papa afirma que ''la respuesta del
Evangelio es la misericordia." La misericordia lleva a la
solidaridad con el prójimo; la misericordia lleva a cultivar la
cultura del encuentro …, interpela a todos para que cada uno esté
dispuesto no solo a dar, sino también a recibir de los demás y
tiende a construir comunión y unidad''.
''La
complejidad de la migración hace que sea difícil separar sus
diferentes aspectos, políticos, legislativos, humanitarios o de
seguridad -destacó el prelado- La perspectiva de la cultura del
encuentro implica la mirada a la persona del migrante en su
conjunto, con todos sus aspectos .... Así, su presencia no se
convierte en una mera yuxtaposición de diferentes culturas en un
mismo territorio, sino en un encuentro de pueblos, donde el anuncio
del Evangelio "inspira y alienta itinerarios que renuevan y
transforman toda la humanidad" .
El
tercer argumento del Mensaje papal es ''la defensa del derecho de
toda persona a vivir con dignidad, permaneciendo en su propia patria
... Toda persona tiene derecho a emigrar - un derecho grabado entre
los derechos fundamentales de los seres humanos-. Pero además, y
antes que éste, hay que reafirmar el derecho a no emigrar, es
decir, a poder permanecer en la propia tierra. En primer lugar
-observa Francisco, esto implica la necesidad de ayudar a los países
de los que parten los migrantes y los refugiados ... Las respuestas
no se limitan solo a la guerra contra los traficantes o a la
restricción de las normas de inmigración, sino que hay que tener en
cuenta que quienes disfrutan de la prosperidad deberían poner a
disposición de los pobres y necesitados (entendidos tanto
individualmente que como naciones) los medios para satisfacer sus
necesidades y emprender el camino del desarrollo a través de una
distribución equitativa de los recursos del planeta''.
Por
último, el Pontefice, recuerda la responsabilidad de los medios de
comunicación y la importancia de que contribuyan a desenmascarar
''los falsos prejuicios sobre la migración, mostrándola de la
manera más auténtica posible''.
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