Ciudad
del Vaticano, 30 de septiembre de 2015 (Vis).-La catequesis de la
audiencia general de los miércoles que se desarrolló en la Plaza de
San Pedro- mientras las personas enfermas escucharon las palabras del
Papa en el Aula Pablo VI, porque las previsiones metereológicas no
eran buenas- estuvo dedicada al reciente viaje apostólico del Santo
Padre a Cuba y Estados Unidos, nacido de la voluntad, como recordó
el Pontífice, de participar en el VIII Encuentro Mundial de las
Familias el 28 de septiembre en Filadelfia. Pero ese núcleo original
se amplió a una visita a Estados Unidos, a la sede central de las
Naciones Unidas y a Cuba que fue la primera etapa de su itinerario. Y
el Papa ha aprovechado hoy la oportunidad para dar de nuevo las
gracias al Presidente de Cuba, Raul Castro, al de Estados Unidos,
Barack Obama y al Secretario de la ONU, Ban Ki- moon por la acogida
que le reservaron así como a los obispos y colaboradores en la
organización del viaje por la gran tarea que han llevado a cabo.
El
Papa contó que se había presentado en Cuba, una tierra rica en
belleza natural, cultura y fe, como ''Misionero de la
Misericordia". ''La misericordia de Dios -dijo- es mayor que
cualquier herida, que cualquier conflicto, que cualquier ideología;
y con esta mirada de misericordia he abrazado a todo el pueblo
cubano, en su patria y fuera de ella , más allá de toda división.
Símbolo de esta unidad profunda del alma cubana es la Virgen de la
Caridad del Cobre... Patrona de Cuba....Madre de esperanza,... que
guía en el camino de justicia, de paz, libertad y
reconciliación...Pude compartir con el pueblo cubano la esperanza
del cumplimiento de la profecía de San Juan Pablo II: ''Que Cuba se
abra al mundo y el mundo se abra a Cuba'' No más cierres, no más
explotación de la pobreza, sino libertad con dignidad. Es el
camino que hace latir los corazones de muchos jóvenes cubanos...Un
camino que encuentra su fuerza en las raíces cristianas de ese
pueblo, que ha sufrido tanto''.
De
Cuba a Estados Unidos de América. ''Un paso emblemático, un puente
que gracias a Dios se está reconstruyendo'',comentó Francisco
añadiendo que ''Dios siempre quiere construir puentes; somos
nosotros los que construimos muros. Pero los muros se derrumban
siempre''.
Después
habló de las tres etapas de su viaje en Estados Unidos: Washington,
Nueva York y Filadelfia. En Washington, donde encontró a las
autoridades políticas, pero también al clero, a la gente común y
los pobres y marginados, recordó que la mayor riqueza de ese país
y de sus gentes era ''su patrimonio espiritual y ético. Por eso
-señaló- quise animarles a proseguir la construcción social
siendo fieles a su principio fundamental: Todos los hombres son
creados iguales por Dios y dotados de derechos inalienables como la
vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Estos valores,
compartidos por todos, encuentran en el Evangelio su cumplimiento,
como evidenció muy bien la canonización de Fray Junípero Serra,
franciscano, gran evangelizador de California. San Junípero muestra
el camino de la alegría: ir y compartir con los demás el amor de
Cristo. Este es el camino del cristiano, pero también el de todos
los hombres que han conocido el amor: No tenerlo solo para uno
mismo, sino compartirlo con los demás. Sobre esta base religiosa y
moral nacieron y crecieron los Estados Unidos de América, y sobre
esta base pueden seguir siendo una tierra de libertad y de acogida y
cooperar en un mundo más justo y fraterno''.
De
Nueva York, la segunda etapa, el Papa rememoró su discurso ante la
Asamblea General de la ONU cuando hablando a los representantes de
las naciones renovó el apoyo de la Iglesia Católica a esa
institución y a ''su papel en la promoción del desarrollo y la paz,
reiterando en particular la necesidad de un compromiso unánime y
proactivo para la defensa de la creación'' y reafirmó el
llamamiento a ''detener y prevenir la violencia contra las minorías
étnicas y religiosas y la población civil''. Por la paz y la
fraternidad, Francisco rezó en el Memorial de la Zona Cero, junto
con representantes de diversas religiones y familiares de las
víctimas del atentado del 11 de septiembre y por la paz y la
justicia celebró la Eucaristía en el Madison Square Garden.
''Tanto
en Washington como en Nueva York -aseguró- pude ver diversas obras
caritativas y educativas, emblemáticas del enorme servicio que las
comunidades católicas ofrecen en estos campos''.
Pero
el culmen del viaje fue el Encuentro Mundial de las Familias en
Filadelfia, ''donde el horizonte se amplío a todo el mundo, a través
del "prisma", por así decirlo, de la familia. La familia,
la fructífera alianza entre el hombre y la mujer, es la respuesta al
gran desafío de nuestro mundo, que es un doble desafío: la
fragmentación y la masificación. Dos extremos que coexisten, se
apoyan mutuamente, y juntos sostienen el modelo económico
consumista. La familia es la respuesta, porque es la célula de una
sociedad que equilibra la dimensión personal y la comunitaria y que,
al mismo tiempo, puede ser el modelo de una gestión sostenible de
los bienes y recursos de la creación. La familia es la protagonista
de una ecología integral porque es el sujeto social primario, que
contiene dentro de sí los dos principios básicos de la
civilización humana en la tierra: el principio de la comunión y el
principio de la fecundidad. El humanismo bíblico nos presenta este
icono: la pareja humana, unida y fecunda, colocada por Dios en el
jardín del mundo, para que lo cultive y lo defienda''.
Por
último el Papa saludó al arzobispo de Filadelfia, Charles Chaput,
por haber manifestado su gran amor por la familia en la organización
de este evento. ''Pensándolo bien – concluyó- no es casual sino
providencial que... el testimonio del Encuentro Mundial de las
Familias venga en estos momentos de los Estados Unidos de América,
el país que en el último siglo ha alcanzado el máximo desarrollo
económico y tecnológico sin renegar de sus raíces religiosas.
Estas mismas raíces piden recomenzar de la familia para replantear y
cambiar el modelo de desarrollo, para el bien de toda la familia
humana''.
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