Ciudad
del Vaticano, 28 de septiembre de 2015 (Vis).-Después de su discurso
a los obispos el Papa se trasladó en helicóptero al Instituto Penal
Curran-Frombold, la cárcel masculina más grande de Filadelfia cuyos
reclusos rondan los 2.800. Francisco encontró a un centenar de ellos
que, juntos con los directores del Centro lo esperaban en el
gimnasio.
Francisco,
tras escuchar los saludos de algunos de los detenidos y recibir el
regalo que habían fabricado para él, una silla, se dirigió a los
reclusos dándoles las gracias por recibirlo y darle la oportunidad
de compartir ese momento de sus vidas. ''Un momento difícil, cargado
de tensiones -dijo- Un momento que sé que es doloroso no solo para
ustedes, sino para sus familias y para toda la sociedad. Ya que una
sociedad, una familia que no sabe sufrir los dolores de sus hijos,
que no los toma con seriedad, que los naturaliza y los asume como
normales y esperables, es una sociedad que está ''condenada'' a
quedar presa de sí misma, presa de todo lo que la hace sufrir. Yo
vine aquí como pastor, pero sobre todo como hermano, a compartir la
situación de ustedes y hacerla también mía; he venido a que
podamos rezar juntos y presentarle a nuestro Dios lo que nos duele, y
también lo que nos anima y recibir de Él la fuerza de la
Resurrección''.
El
Papa explicó después el relato evángelico donde Jesús lava los
pies a sus discípulos en la Última Cena, añadiendo que fue ''una
actitud que le costó mucho entender a los discípulos, inclusive
Pedro reacciona y le dice: ''Jamás permitiré que me laves los
pies''. En aquel tiempo era habitual que, cuando uno llegaba a una
casa, se le lavara los pies. Toda persona siempre era siempre
recibida así. Porque no existían caminos asfaltados, eran caminos
de polvo, con pedregullo que iba colándose en las sandalias. Todos
transitaban los senderos que dejaban el polvo impregnado, lastimaban
con alguna piedra o producían alguna herida. Ahí lo vemos a Jesús
lavando los pies, nuestros pies, los de sus discípulos de ayer y de
hoy''.
''Todos
sabemos que vivir es caminar, vivir es andar por distintos caminos,
distintos senderos que dejan su marca en nuestra vida -señaló el
Pontífice- Y por la fe sabemos que Jesús nos busca, quiere sanar
nuestras heridas, curar nuestros pies de las llagas de un andar
cargado de soledad, limpiarnos del polvo que se fue impregnando por
los caminos que cada uno tuvo que transitar. Jesús no nos pregunta
por dónde anduvimos, no nos interroga qué estuvimos haciendo. Por
el contrario, nos dice: ''Si no te lavo los pies, no podrás ser de
los míos''. Si no te lavo los pies, no podré darte la vida que el
Padre siempre soñó, la vida para la cual te creó. Él viene a
nuestro encuentro para calzarnos de nuevo con la dignidad de los
hijos de Dios. Nos quiere ayudar a recomponer nuestro andar,
reemprender nuestro caminar, recuperar nuestra esperanza,
restituirnos en la fe y la confianza. Quiere que volvamos a los
caminos, a la vida, sintiendo que tenemos una misión; que este
tiempo de reclusión nunca ha sido y nunca será un sinónimo de
expulsión''.
''Vivir
supone “ensuciarse los pies ” por los caminos polvorientos de la
vida, y de la historia. Y todos tenemos necesidad de ser purificados,
de ser lavados. Todos -recalcó - Yo el primero. Todos somos buscados
por este Maestro que nos quiere ayudar a reemprender el camino. A
todos nos busca el Señor para darnos su mano. Es penoso constatar
sistemas penitenciarios que no buscan curar las llagas, sanar las
heridas, generar nuevas oportunidades. Es doloroso constatar cuando
se cree que solo algunos tienen necesidad de ser lavados, purificados
no asumiendo que su cansancio y su dolor, sus heridas, son también
el cansancio, y el dolor, las heridas, de toda una sociedad. El Señor
nos lo muestra claro por medio de un gesto: lavar los pies y volver a
la mesa. Una mesa en la que Él quiere que nadie quede fuera. Una
mesa que ha sido tendida para todos y a la que todos somos
invitados''.
''Este
momento de la vida de ustedes solo puede tener una finalidad: tender
la mano para volver al camino, tender la mano para que ayude a la
reinserción social. Una reinserción de la que todos formamos parte,
a la que todos estamos invitados a estimular, acompañar y generar.
Una reinserción buscada y deseada por todos: reclusos, familias,
funcionarios, políticas sociales y educativas. Una reinserción que
beneficia y levanta la moral de toda la comunidad y la sociedad.Y
quiero animarlos a tener esta actitud entre ustedes, con todas las
personas que de alguna manera forman parte de este Instituto. Sean
forjadores de oportunidades, sean forjadores de camino, sean
forjadores de nuevos senderos. Todos tenemos algo de lo que ser
limpiados, y purificados. Todos. Que esta esa conciencia nos
despierte a la solidaridad entre todos, a apoyarnos y a buscar lo
mejor para los demás''.
''Miremos
a Jesús que nos lava los pies -finalizó Francisco- Él es el
''camino, la verdad y la vida'', que viene a sacarnos de la mentira
de creer que nadie puede cambiar, la mentira de creer que nadie puede
cambiar. Jesús que nos ayuda a caminar por senderos de vida y de
plenitud. Que la fuerza de su amor y de su Resurrección sea siempre
camino de vida nueva''.
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