Ciudad
del Vaticano, 16 de mayo 2015 (VIS).-Miles de religiosos y religiosas
de Roma -en representación de los veinticinco mil que pertenecen a
la diócesis del Papa- acudieron esta mañana al Aula Pablo VI, para
encontrarse con el Santo Padre que dialogó con ellos durante más de
una hora, respondiendo a todas las preguntas que le plantearon sobre
la vida consagrada, sus dificultades y alegrías, sobre la relación
entre los portadores de diversos carismas en la Iglesia y también
sobre los lazos de los monasterios de clausura con el mundo
externo.
La
primera pregunta de una religiosa fue sobre el equilibrio entre
clausura e involucración en la vida diocesana, entre silencio orante
y palabra que anuncia.
''La
vuestra vocación -respondió el Papa- es una tensión entre
recogimiento y visibilidad... entre la llamada de Dios hacia la vida
escondida y la llamada de Dios a haceros visibles de alguna
manera.... a dar una señal... Una de las cosas que no debeís de
dejar de hacer nunca es escuchar a la gente.... la conexión con el
mundo es importante, saber lo que está pasando... Porque vuestra
vocación no es un refugio, es salir al campo de batalla, es lucha,
es llamar al corazón del Señor para rezar por la ciudad....Como
Moisés que tenía las manos levantadas, rezando, mientras el pueblo
combatía...También hay monasterios que se ocupan media hora, una
hora al día de dar de comer a los que vienen a pedirlo; y esto no va
contra el recogimiento en Dios....Es un servicio, es una sonrisa''.
En
la segunda pregunta, siempre una religiosa preguntó acerca de las
semejanzas entre el matrimonio y la virginidad consagrada en la
vocación al amor y en la ayuda que los consagrados podían prestar a
los esposos y viceversa.
''En
la consagración femenina hay una dimensión esponsal... -dijo
Francisco- También en la consagración masculina porque se dice que
el obispo, en el lugar de Jesús, es esposo de la Iglesia... Pero no
os olvidéis de que la Iglesia es femenina; no es ''el'' Iglesia es
''la'' Iglesia...Por eso la Iglesia es la esposa de Jesús... Muchas
veces nos olvidamos de esto y nos olvidamos del amor materno de las
monjas porque materno es el amor de la Iglesia...materno es el amor
de la Virgen...La fidelidad, como expresión del amor de la mujer
consagrada debe -pero no como un deber, sino porque es connatural-
reflejar la fidelidad, el amor y la ternura de la Madre Iglesia y de
la Madre María... Es un amor concreto...que se puede encontrar en
las Bienaventuranzas... El programa de Jesús es concreto... Muchas
veces pienso que las Bienaventuranzas son la primera encíclica de la
Iglesia''.
La
tercera pregunta, de un religioso, estuvo dedicada a la colaboración
concreta entre los portadores de diversos carismas en la Iglesia
local, sin fricciones, ni competición.
''La
Iglesia en este momento está pensando en ofrecer un antiguo
documento, volverlo a proponer, sobre la relación entre el religioso
y el obispo -señaló el Santo Padre- El Sínodo de 1994 había
pedido que se reformara: Es el ''Mutuae relationes'' (14 de mayo
1978). Han pasado muchos años y no se ha hecho nada. No es fácil la
relación de los religiosos con el obispo, con la diócesis o con los
sacerdotes no religiosos.Pero es necesario esforzarse en la tarea
común. En las prefecturas ¿cómo se trabaja en ámbito pastoral en
este barrio, todos juntos? Así se hace la Iglesia...El obispo no
debe usar a los religiosos como sustitutos, pero tampoco los
religiosos tienen que usar al obispo como si fuera el patrono de una
empresa que da trabajo''.
Por
último, otro religioso planteó la cuestión del acompañamiento y
la dirección espiritual de los consagrados, que están formados en
un 80% por mujeres.
''El
acompañamiento de los religiosos puede ser un problema – reconoció
el Papa- Yo, en la otra diócesis que tenía, siempre decía a las
monjas que venían a pedirme consejo: ''Dime, ¿en tu comunidad o en
tu congregación no hay una monja sabia, una que viva bien el
carisma, que tenga experiencia? Que ella sea tu directora
espiritual.. ''¡Pero es una mujer!''. ¡''Es un carisma de los
laicos''. Sí, la dirección espiritual no es un carisma exclusivo de
los presbíteros: es un carisma de los laicos. En el monacato
primitivo los laicos eran los grandes directores... Una cosa es el
director espiritual y otra el confesor... Al confesor le digo mis
pecados...pero al director espiritual le digo lo que sucede en mi
corazón...Los superiores tienen la responsabilidad de buscar en la
comunidad, en la congregación, en la provincia quien tiene este
carisma, dar esta misión y formarles y ayudarles en ella...Creo que
en este sentido todavía estamos inmaduros''.
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