Ciudad
del Vaticano, 2 abril 2014
(VIS).-El Papa Francisco ha concluido el ciclo de catequesis dedicado
a los sacramentos hablando del Matrimonio. “Un sacramento -ha
dicho- que nos lleva al corazón del plan de Dios, que es un plan de
alianza, con su pueblo, con todos
nosotros, un plan de comunión”. Y para explicarlo ha
citado la frase del Génesis: “Dios creó el hombre a su imagen:
varón y mujer, los creó... Por eso el hombre dejará a su padre y a
su madre y se unirá a su mujer y serán los dos una misma carne””
La imagen de Dios es la pareja
matrimonial, el hombre y la mujer, no solo el hombre, no solo la
mujer, sino
los dos. Esta es la
imagen de Dios: el
amor, la alianza de Dios con nosotros está representada en esa
alianza entre el hombre y la mujer”.
“Estamos
creados para amar, como reflejo de Dios y de su amor. Y en la unión
conyugal, el hombre y la mujer cumplen esta vocación en el signo de
la reciprocidad y de la comunión de vida plena y definitiva. Cuando
un hombre y una mujer celebran el sacramento del Matrimonio, Dios,
por decirlo de alguna forma, se refleja en ellos, graba sus rasgos y
el carácter indeleble de su amor .El
matrimonio es icono del amor de Dios por nosotros.
También Dios es, de hecho, comunión: las tres personas del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo viven desde siempre y por siempre en
perfecta unidad. Y este es el misterio del Matrimonio: Dios
hace de los esposos una existencia sola; la Biblia usa
un término fuerte y
dice una “carne” sola, tan íntima es
la
unión del hombre y la mujer en el matrimonio. Y este es el misterio
del matrimonio: el amor de Dios que se refleja en la pareja que
decide vivir junta”.
Francisco
ha recordado que en la Carta a los Efesios San Pablo resalta que en
los esposos cristianos se refleja el gran misterio de la relación
que Cristo instaura con la Iglesia, lo que significa que “el
matrimonio responde a una vocación específica y debe ser
considerado como una consagración. El
hombre y la mujer se consagran en
su amor.
Los esposos , gracias al sacramento, son revestidos de una misión
para que hagan visible, partiendo de las cosas sencillas y cotidianas
el amor con que Cristo ama a su Iglesia”.
“¡Es
un plan fantástico el que lleva aparejado el sacramento del
Matrimonio! - ha exclamado- Y se cumple en la sencillez y también en
la fragilidad de la condición humana. Sabemos muy bien las
dificultades y las pruebas por las que atraviesa la vida de dos
esposos... Lo importante es mantener vivo el lazo con Dios que está
en la base de la unión conyugal. Cuando
la familia reza, los lazos se mantienen.
Cuando el marido reza
por la mujer y la mujer por el marido el lazo sigue siendo fuerte, el
uno reza por el otro.
Es verdad que en la vida de un matrimonio hay tantas dificultades,
el
trabajo, el dinero que
falta,
hay problemas con los niños...Y,
a veces el marido y la
mujer
se ponen nerviosos y se enfadan. En
el matrimonio se riñe siempre, a veces vuelan los platos, pero no
debemos ponernos tristes por esto: La condición humana es así.;
pero el secreto es que el amor es más fuerte que el momento en que
se discute y por eso yo aconsejo siempre a los esposos: “No acabéis
la jornada en la que habéis reñido sin hacer las paces, siempre. Y
para hacer la paz no es necesario llamar a las Naciones Unidas; basta
un gesto pequeño, una caricia; hasta mañana y mañana se empieza
otra vez. Esta es la vida y hay que vivirla así con el valor de
hacerlo juntos. La vida matrimonial es muy hermosa y hay que
custodiarla
siempre”.
“Ya
he dicho otras
veces en esta Plaza
-ha
concluido- que
en la vida matrimonial hay tres palabras que
hay que decir siempre en casa:
Permiso, gracias, perdona. Son tres palabras mágicas. Permiso para
no ser invadente en la vida del cónyuge. .Gracias por lo que haces
por mi.. Y como todos nos equivocamos, la otra palabra que es más
difícil decir: perdona. Con estas tres palabras, con la oración
del marido por la mujer y de la mujer por el marido y haciendo las
paces siempre antes de que acabe la jornada el matrimonio saldrá
adelante... ¡Que el Señor os bendiga y rezad por mi!”.
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