Ciudad
del Vaticano, 9 marzo 2014 (VIS).- A
mediodía de hoy, primer domingo de Cuaresma, el Santo Padre se ha
asomado a la ventana de su estudio para rezar el Ángelus con los
fieles reunidos en la Plaza de San Pedro. En sus palabras, el Obispo
de Roma ha recordado que el Evangelio del primer domingo de Cuaresma
presenta cada año el episodio de las tentaciones de Jesús. Y ha
afirmado que el tentador trata de apartar al Señor del proyecto del
Padre, es decir, de la vía del sacrificio que implica ofrecerse a sí
mismo por amor en expiación, para hacerle tomar un camino fácil, de
éxito y poder.
“El
diablo -ha dicho- para alejar a Jesús de la vía de la cruz, le
presenta las falsas esperanzas mesiánicas: el bienestar económico,
indicado por la posibilidad de transformar las piedras en pan; el
estilo espectacular y milagrero, con la idea de arrojarse desde el
punto más alto del templo de Jerusalén y hacerse salvar por los
ángeles y, en fin, el atajo del poder y del dominio, a cambio de un
acto de adoración a Satanás”.
“Jesús
rechaza decididamente todas estas tentaciones y reafirma la firme
voluntad de seguir la vía establecida por el Padre, sin ningún
compromiso con el pecado y con la lógica del mundo... Jesús -ha
continuado- sabe bien que con Satanás no se puede dialogar porque,
¡es muy astuto! Por eso Jesús en vez de dialogar, como hizo Eva,
elige de refugiarse en la Palabra de Dios y responde con la fuerza de
esta Palabra. Recordemos esto en el momento de las tentaciones, de
nuestras tentaciones: ningún argumento con Satanás, sino siempre
defendidos por la palabra de Dios, ¡y esto nos salvará!”.
“En
sus respuestas a Satanás, el Señor nos recuerda ante todo que “no
sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la
boca de Dios”; y esto nos da fuerza, nos sostiene en la lucha
contra la mentalidad mundana que abaja al hombre al nivel de las
necesidades primarias, haciéndole perder el hambre de lo que es
verdadero, bueno y bello, el hambre de Dios y de su amor. Recuerda
además que también está escrito: “No tentarás al Señor tu
Dios”, porque el camino de la fe pasa también a través de la
oscuridad, la duda, y se nutre de paciencia y de espera perseverante.
Recuerda, en fin, Jesús, que está escrito: “Al Señor tu Dios
adorarás, y sólo a él darás culto”; o sea, debemos deshacernos
de los ídolos, de las cosas vanas, y construir nuestra vida sobre lo
esencial”.
“El
tiempo de la Cuaresma -ha finalizado Francisco- es ocasión propicia
para todos nosotros para realizar un camino de conversión,
confrontándonos sinceramente con esta página del Evangelio.
Renovemos las promesas de nuestro Bautismo: renunciemos a Satanás y
a todas sus obras y seducciones, porque él es un seductor, para
caminar por los senderos de Dios y “llegar a la Pascua en la
alegría del Espíritu”.
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