Ciudad
del Vaticano, 16 enero 2014
(VIS).-Publicamos a continuación la presentación del documento
“Dios Trinidad de los hombres. El monoteísmo cristiano contra la
violencia”, de la Comisión Teológica Internacional:
“El
texto de reflexión teológica que presentamos se propone mostrar
algunos aspectos del discurso cristiano sobre Dios que, en el
contexto actual, requieren una clarificación teológica específica.
La ocasión para esta clarificación es la teoría, que se argumenta
de diversas maneras, según la cual se da una relación necesaria
entre el monoteísmo y las guerras de religión. La discusión en
torno a esta conexión ha hecho que salgan a la luz no pocos motivos
de malentendido de la doctrina religiosa, que oscurecen el auténtico
pensamiento cristiano sobre el único Dios.
Podríamos
resumir el propósito de nuestro discurso en una doble pregunta: (a)
¿de qué manera la teología católica puede confrontarse
críticamente con la opinión cultural y política que establece una
relación intrínseca entre monoteísmo y violencia? (b) ¿de qué
manera la pureza religiosa de la fe en el único Dios puede ser
reconocida como principio y fuente del amor entre los hombres?
Nuestra
reflexión quiere presentarse en clave de testimonio argumentado, no
de contraposición apologética. La fe cristiana reconoce en la
instigación a la violencia la máxima corrupción de la religión.
El cristianismo tiene esta convicción a partir de la revelación de
la intimidad misma de Dios, que llega a nosotros mediante Jesucristo.
La Iglesia de los creyentes es consciente del hecho de que el
testimonio de esta fe debe ser correspondida con una actitud de
conversión permanente: esto implica también la “parresia” (es
decir la franqueza valerosa) de la necesaria autocrítica.
En
el Capítulo I, “Sospechas respecto al monoteísmo”, nos hemos
propuesto clarificar el tema del “monoteísmo” religioso según
la acepción que recibe en algunas orientaciones de la filosofía
política actual. Somos conscientes del hecho de que tal evolución
presenta hoy un espectro muy variado de posiciones teóricas, que van
desde el clásico trasfondo del ateísmo denominado humanista, hasta
las formas más recientes del agnosticismo religioso y del laicismo
político. Nuestra reflexión querría ante todo precisar que la
noción de monoteísmo, una noción que no carece de significado para
la historia de nuestra cultura, resulta todavía demasiado genérica
cuando se usa como punto clave para mostrar la equivalencia de las
religiones históricas que confiesan la unicidad de Dios
(identificadas como Hebraísmo, Islam, Cristianismo). En segundo
lugar, formulamos nuestra reserva crítica frente a una
simplificación cultural que reduce la posibilidad de elección a la
alternativa entre un monoteísmo violento y un politeísmo
presuntamente tolerante.
En
esta reflexión nos anima, en cualquier caso, la convicción, que
consideramos con razón compartida por muchísimos de nuestros
contemporáneos, creyentes y no creyentes, de que las guerras
interreligiosas, así como la guerra a la religión, son algo
sencillamente absurdo.
Como
teólogos católicos, hemos tratado de ilustrar, a partir de la
verdad de Jesucristo, la relación entre revelación de Dios y
humanismo no violento. Lo hemos hecho exponiendo algunas
implicaciones de la doctrina especialmente adecuadas para dar luz en
la discusión actual: tanto en lo referente a la auténtica
comprensión de la confesión trinitaria del Dios único, como en lo
referente a la apertura que supone la revelación cristológica para
el restablecimiento de los vínculos entre los hombres.
En
el Capítulo II, “La iniciativa de Dios en el camino de los
hombres”, interrogamos al horizonte de la fe bíblica, dedicando
una atención particular al tema de sus “páginas difíciles”:
aquellas donde la revelación de Dios se encuentra envuelta en formas
de violencia entre los hombres. Tratamos de localizar los puntos de
referencia que ofrece la misma tradición escriturística – desde
su interior – para interpretar de la palabra de Dios. Sobre la base
de este reconocimiento, presentamos un primer esbozo que organice
antropológica y cristológicamente los desarrollos de la
interpretación del tema, requeridos por la condición histórica
actual.
En
el Capítulo III, “Dios, para salvarnos de la violencia”, nos
proponemos profundizar en el acontecimiento de la muerte y de la
resurrección de Jesús, en la clave de la reconciliación entre los
hombres. La oikonomia aquí es esencial para la determinación de la
theologia. La revelación inscrita en el acontecimiento de
Jesucristo, que hace digna de estima para todos la manifestación del
amor de Dios, permite neutralizar la justificación religiosa de la
violencia sobre a partir de la verdad cristológica y trinitaria de
Dios.
En
el Capítulo IV, “ La fe confrontada con la amplitud de la razón”,
nuestra reflexión se ocupa de iluminar las aproximaciones y las
implicaciones filosóficas del pensamiento sobre Dios. Aquí se tocan
ante todo los puntos de discusión con el ateísmo de nuestros días,
que confluye muy generalmente en las tesis de un naturalismo
antropológico. Finalmente – también para ayudar a la
confrontación interreligiosa sobre el monoteísmo – proponemos una
especie de meditación filosófico-teológica sobre la integración
entre la revelación de la íntima disposición relacional de Dios y
la concepción tradicional de su absoluta simplicidad.
En
el Capítulo V, “Los hijos de Dios dispersos y reunidos” ,
finalmente, asumimos de nuevo los elementos de lo específicamente
cristiano que definen el compromiso del testimonio eclesial para la
reconciliación de los hombres con Dios y entre sí. La revelación
cristiana purifica la religión, desde el mismo momento en el que le
devuelve su significado fundamental para la experiencia humana del
sentido. Por ello, en nuestra invitación a la reflexión, tenemos
muy presente la especial necesidad – sobre todo en el horizonte
cultural actual – de tratar siempre de modo conjunto el contenido
teológico y el desarrollo histórico de la revelación cristiana
sobre Dios”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario