Ciudad
del Vaticano, 22 marzo 2013
(VIS).-”Por vuestro medio encuentro a vuestros pueblos, y así
puedo en cierto modo llegar a cada uno de vuestros conciudadanos, con
todas sus alegrías, sus dramas, sus esperanzas, sus deseos”, ha
dicho esta mañana el Santo Padre a los representantes del Cuerpo
Diplomático acreditado ante la Santa Sede durante su encuentro con
ellos en la Sala Regia.
En
la actualidad son 180 los Estados que mantienen relaciones
diplomáticas plenas con la Santa Sede, a los que hay añadir la
Unión Europea, la Soberana Orden Militar de Malta y una misión con
carácter especial: la Oficina de la Organización para la Liberación
de Palestina (OLP), guiada por un director. Las últimas relaciones
diplomáticas, a nivel de nunciatura apostólica por parte de la
Santa Sede y de embajada, por parte de la República del Sur de Sudán
se establecieron el 22 de febrero.
El
Papa, hablando en italiano,ha
saludado en primer lugar al decano de los diplomáticos, el embajador
del Principado de Mónaco Jean-Claude Michel, recordando que las
relaciones que tantos países mantienen con la Santa Sede son
“verdaderamente una ocasión de bien para la humanidad.
Efectivamente, esto es precisamente lo que preocupa a la Santa Sede:
el bien de todo hombre en esta tierra. Y precisamente con esta idea
comienza el Obispo de Roma su ministerio, sabiendo que puede contar
con la amistad y el afecto de los Países que representáis, y con la
certeza de que compartís este propósito. Al mismo tiempo, espero
que sea también la ocasión para emprender un camino con los pocos
Países que todavía no tienen relaciones diplomáticas con la Santa
Sede, algunos de los cuales – se lo agradezco de corazón – han
querido estar presentes en la Misa por el inicio de mi ministerio, o
enviado mensajes como gesto de cercanía.”
El
Santo Padre ha explicado a continuación los motivos por los que
eligió su nombre pensando en Francisco de Asís, “una personalidad
que es bien conocida más allá de los confines de Italia y de
Europa, y también entre quienes no profesan la fe católica”,
subrayando que “uno de los primeros es el amor que Francisco tenía
por los pobres. ¡Cuántos pobres hay todavía en el mundo! Y ¡cuánto
sufrimiento afrontan estas personas! Según el ejemplo de Francisco
de Asís, la Iglesia ha tratado siempre de cuidar, proteger en todos
los rincones de la Tierra a los que sufren por la indigencia, y creo
que en muchos de vuestros Países podéis constatar la generosa obra
de aquellos cristianos que se esfuerzan por ayudar a los enfermos, a
los huérfanos, a quienes no tienen hogar y a todos los marginados, y
que, de este modo, trabajan para construir una sociedad más humana y
más justa.”
“Pero
hay otra pobreza -ha observado-Es la pobreza espiritual de nuestros
días, que afecta gravemente también a los Países considerados más
ricos. Es lo que mi Predecesor, el querido y venerado Papa Benedicto
XVI, llama la “dictadura del relativismo” que deja a cada uno
como medida de sí mismo y pone en peligro la convivencia entre los
hombres. Llego así a una segunda razón de mi nombre. Francisco de
Asís nos dice: Esforzaos en construir la paz. Pero no hay verdadera
paz sin verdad. No puede haber verdadera paz si cada uno es la medida
de sí mismo, si cada uno puede reclamar siempre y sólo su propio
derecho, sin preocuparse al mismo tiempo del bien de los demás, de
todos, a partir ya de la naturaleza, que acomuna a todo ser humano en
esta tierra”.
“Uno
de los títulos del Obispo de Roma es “Pontífice”, es decir, el
que construye puentes, con Dios y entre los hombres. Quisiera
precisamente que el diálogo entre nosotros ayude a construir puentes
entre todos los hombres, de modo que cada uno pueda encontrar en el
otro no un enemigo, no un contendiente, sino un hermano para acogerlo
y abrazarlo. Además, mis propios orígenes me impulsan a trabajar
para construir puentes. En efecto, como sabéis, mi familia es de
origen italiano; y por eso está siempre vivo en mí este diálogo
entre lugares y culturas distantes entre sí, entre un extremo del
mundo y el otro, hoy cada vez más cercanos, interdependientes,
necesitados de encontrarse y de crear ámbitos reales de auténtica
fraternidad”.
Reiterando
que en esa tarea es fundamental el papel de la religión, Francisco
ha afirmado “No se pueden construir puentes entre los hombres
olvidándose de Dios. Pero también es cierto lo contrario: no se
pueden vivir auténticas relaciones con Dios ignorando a los demás.
Por eso, es importante intensificar el diálogo entre las distintas
religiones, creo que en primer lugar con el Islam, y he apreciado
mucho la presencia, durante la Misa de inicio de mi ministerio, de
tantas autoridades civiles y religiosas del mundo islámico. Y
también es importante intensificar la relación con los no
creyentes, para que nunca prevalezcan las diferencias que separan y
laceran, sino que, no obstante la diversidad, predomine el deseo de
construir lazos verdaderos de amistad entre todos los pueblos”.
Los
puntos de referencia del camino que el Papa invita a recorrer a los
países representados por los diplomáticos son “la lucha contra la
pobreza, tanto material como espiritual; edificar la paz y construir
puentes.(...) Pero, si no aprendemos a amar cada vez más a nuestra
Tierra, es un camino difícil. También en este punto me ayuda pensar
en el nombre de Francisco, que enseña un profundo respeto por toda
la creación, la salvaguardia de nuestro medio ambiente, que
demasiadas veces no lo usamos para el bien, sino que lo explotamos
ávidamente, perjudicándonos unos a otros”.
“Gracias
de nuevo - ha concluido el Pontífice- por todo el trabajo que
desarrolláis, junto con la Secretaría de Estado, para edificar la
paz y construir puentes de amistad y hermandad. Por vuestro medio,
quisiera reiterar mi agradecimiento a vuestros Gobiernos por su
participación en las celebraciones con motivo de mi elección, con
la esperanza de un trabajo común fructífero. Que el Señor
Todopoderoso colme de sus dones a cada uno vosotros, a vuestras
familias y a los Pueblos que representáis. Muchas gracias”.
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