Ciudad
del Vaticano, 26 febrero 2013
(VIS).-El cardenal Leonardo Sandri, Prefecto de la Congregación para
las Iglesias Orientales, ha dirigido una carta a todos los obispos
del mundo en vista de la colecta a favor de Tierra Santa, que
tradicionalmente tiene lugar el Viernes Santo. La carta está firmada
también por el secretario del dicasterio, el arzobispo Cyril Vasil,
S.I., y tiene como finalidad sensibilizar a toda la Iglesia en favor
de Tierra Santa para que se promuevan iniciativas especiales de
oración y caridad fraterna en favor de los cristianos de Jerusalén,
Israel y Palestina, así como de los países circunstantes.
“La
compasión evangélica -escribe el cardenal- ayuda a comprender la
necesidad de la Colecta del Viernes Santo para sostener a los
hermanos y hermanas que en los Lugares de la Redención, junto a sus
pastores, viven el misterio de Cristo, el Crucificado que ha
resucitado para la salvación de la humanidad. Es un deber antiguo
que siempre satisface cumplir por su singular connotación eclesial.
Este deber, mientras se acerca la Pascua, cobra particular actualidad
y se hace expresión de la fe que la Iglesia, hoy guiada por
Benedicto XVI, revive intensamente en el 50 aniversario del Concilio
Vaticano II. Este Concilio la ha abierto aún más al mundo,
arraigándola con mayor profundidad en la tradición que parte de los
orígenes del cristianismo. De estos orígenes la Tierra Santa es
testigo silencioso y custodio vivo gracias a las comunidades latinas
de la Diócesis Patriarcal de Jerusalén y de la Custodia
Franciscana, como también gracias a las comunidades Melquita,
Maronita, Siria, Armenia, Caldea y Copta allí radicadas. Pero, al
mismo tiempo, es testigo de cómo pueblos enteros, hambrientos de
dignidad y justicia, han dado alas al sueño de una primavera de la
que queríamos ver de inmediato sus frutos, como si la esperada gran
transformación fuese posible sin una renovación de los corazones y
sin asumir la responsabilidad hacia los pobres del mundo, en cuya
importancia todos nosotros concordamos.
Entre
los primeros frutos de la sensibilidad conciliar encontramos la
Encíclica Pacem in terris del Beato Juan XXIII, la cual suscita en
este Año de la Fe una apremiante invocación de la paz,
especialmente para Siria, cuyos destinos se vierten en modo
amenazador sobre el Próximo Oriente.
La
situación del Medio Oriente parece exigir cuanto propone la
Encíclica Populorum progressio, del Siervo de Dios Pablo VI. Ante la
denuncia de las *carencias materiales de los que están privados del
mínimo vital” y de las *carencias morales de los que están
mutilados por el egoísmo”, el Romano Pontífice sugería no sólo
*el aumento en la consideración de la dignidad de los demás, la
orientación hacia el espíritu de pobreza, la cooperación en el
bien común, la voluntad de paz”, sino también *el reconocimiento,
por parte del hombre, de los valores supremos, y de Dios, que de
ellos es la fuente y el fin . El Papa a tal objeto no dudaba en
resaltar especialmente “la fe, don de Dios acogido por la buena
voluntad de los hombres, y la unidad de la caridad de Cristo”. Con
la visión de la fe él cumplió en Tierra Santa, en 1964, el primero
de sus viajes apostólicos. El Beato Juan Pablo II se puso tras sus
huellas en el año 2000, definiendo su peregrinación como “un
momento de fraternidad y de paz, que me gusta considerar como uno de
los dones más hermosos del acontecimiento jubilar y expresando “el
sincero augurio de una pronta y justa solución de los problemas aún
abiertos en aquellos lugares santos, tan queridos a la vez por los
judíos, los cristianos y los musulmanes” (Novo millennio ineunte,
13).
El
Papa Benedicto nos ofrece ejemplos admirables de esa misma mirada
llena de compasión. Son prueba de ello la confortadora Visita
pastoral al Líbano del pasado septiembre para la publicación de la
Exhortación Apostólica Ecclesia in Medio Oriente; el constante
recuerdo en sus mensajes al rezar el Ángelus, en las audiencias, en
sus discursos ante personalidades e instituciones; la intención de
la oración indicada a toda la Iglesia en enero de 2013: Para que las
comunidades cristianas de Medio Oriente, frecuentemente
discriminadas, reciban del Espíritu Santo la fuerza de la fidelidad
y de la perseverancia; la invitación a dos jóvenes libaneses
maronitas para que escriban los textos del Vía Crucis del próximo
Viernes Santo.
Los
cristianos que viven en Israel y Palestina, Chipre, Líbano,
Jordania, Siria, Egipto, formando en el sentido más amplio la Tierra
de Jesús, deben encontrar en nosotros esa misma mirada de fe.
Con
agradecimiento y admiración reconocemos todo lo que la generosa
solicitud de los católicos ha realizado hasta ahora, que ha
permitido mantener los Lugares Santos y las comunidades que se reúnen
en ellos. Estas comunidades, junto a los institutos religiosos
masculinos y femeninos, ofrecen las primeras ayudas ante las
catastróficas consecuencias causadas por la guerra y ante cualquier
otra emergencia. Las mismas, con una cualificada red pastoral,
escolar y sanitaria, se distinguen por su asistencia a las familias
especialmente para salvar la vida rechazada, acudiendo al cuidado de
los ancianos, los enfermos y las personas con discapacidad, a la
atención de quien está sin trabajo y de los jóvenes que buscan un
futuro, obrando siempre en defensa de los derechos humanos,
comprendida la libertad religiosa. Si a esto se une el encomiable
esfuerzo ecuménico e interreligioso, como el puesto en obra para
detener el incesante éxodo de los fieles desde su madre patria
oriental y la cercanía a los prófugos y a los refugiados, se
comprende lo “específico cristiano”que hace de aquella Región ,
más allá de todos sus sufrimientos, un Lugar donde Dios es sin
pausa glorificado para que bendiga a la humanidad.
La
Congregación para las Iglesias Orientales dirige, por tanto, con
plena convicción, la llamada a confirmar la caridad eclesial a favor
de la Tierra Santa. Junto con el Papa, agradece a los Pastores y a
los fieles la oración y la fraterna solidaridad que querrán dar a
esta intención, unidos a la Cruz del Señor y participando del
agradecimiento del mismo Supremo Pastor a la Iglesia que en esa
Región da prueba de un tan esforzado testimonio y cuya fidelidad
recuerda a todos las palabras del Resucitado: *Esto os lo digo para
que yo me goce en vosotros y vuestro gozo sea cumplido” . concluye
el texto.
Hoy
se ha publicado también un informe elaborado por la Custodia de
Tierra Santa (provincia de la Orden de los Frailes Menores,
encargados de cuidar los Santos Lugares), en el que se detallan las
obras realizadas gracias a la colecta de 2012. Se han ejecutado
numerosos trabajos de restauración y mantenimiento de santuarios,
iglesias y conventos de los Santos Lugares, por ejemplo en Belén,
Jerusalén, Nazaret, Magdala, Cafarnaúm, Monte Tabor y Monte Nebo.
Otros trabajos han tenido como finalidad mejorar la acogida a los
peregrinos.
Una
parte importante de los fondos se ha destinado a obras en favor de
los jóvenes en forma de becas para estudios universitarios, ayudas a
pequeñas empresas, construcción de viviendas, escuelas y espacios
deportivos para los niños. Las familias, las comunidades
parroquiales y los pobres constituyen otros destinatarios de las
subvenciones, que también favorecen instituciones culturales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario