Ciudad
del Vaticano, 16 julio 2012
(VIS).-Benedicto XVI ha enviado un mensaje a monseñor Jesús García
Burillo, obispo de Ávila (España), con motivo del 450 aniversario
de la fundación del monasterio de San José en Ávila y el inicio de
la reforma del Carmelo por Santa Teresa de Jesús. El texto, del que
ofrecemos a continuación amplios extractos, está fechado el 16 de
julio en el Vaticano.
“La
reforma del Carmelo, cuyo aniversario nos colma de gozo interior,
nace de la oración y tiende a la oración. Al promover un retorno
radical a la Regla primitiva, alejándose de la Regla mitigada, santa
Teresa de Jesús quería propiciar una forma de vida que favoreciera
el encuentro personal con el Señor, para lo cual es necesario
'ponerse en soledad y mirarle dentro de sí, y no extrañarse de tan
buen huésped'”.
“Santa
Teresa propuso un nuevo estilo de ser carmelita en un mundo también
nuevo. Aquellos fueron 'tiempos recios'. Y en ellos, al decir de esta
Maestra del espíritu (...) 'Estáse ardiendo el mundo, quieren
tornar a sentenciar a Cristo, quieren poner su Iglesia por el suelo.
No, hermanas mías, no es tiempo de tratar con Dios asuntos de poca
importancia'. ¿No nos resulta familiar, en la coyuntura que vivimos,
una reflexión tan luminosa e interpelante, hecha hace más de cuatro
siglos por la Santa mística?”.
“El
fin último de la Reforma teresiana y de la creación de nuevos
monasterios, en medio de un mundo escaso de valores espirituales, era
abrigar con la oración el quehacer apostólico; proponer un modo de
vida evangélica que fuera modelo para quien buscaba un camino de
perfección, desde la convicción de que toda auténtica reforma
personal y eclesial pasa por reproducir cada vez mejor en nosotros la
'forma' de Cristo (...) También hoy, como en el siglo XVI, y entre
rápidas transformaciones, es preciso que la plegaria confiada sea el
alma del apostolado, para que resuene con meridiana claridad y
pujante dinamismo el mensaje redentor de Jesucristo. Es apremiante
que la Palabra de vida vibre en las almas de forma armoniosa, con
notas sonoras y atrayentes”.
“En
esta apasionante tarea, el ejemplo de Teresa de Ávila nos es de gran
ayuda. Podemos afirmar que, en su momento, la Santa evangelizó sin
tibiezas, con ardor nunca apagado, con métodos alejados de la
inercia, con expresiones nimbadas de luz. Esto conserva toda su
frescura en la encrucijada actual, que siente la urgencia de que los
bautizados renueven su corazón a través de la oración personal,
centrada también, siguiendo el dictado de la Mística abulense, en
la contemplación de la Sacratísima Humanidad de Cristo como único
camino para hallar la gloria de Dios”.
“La
fuerza de Cristo conducirá igualmente a redoblar las iniciativas
para que el pueblo de Dios recobre su vigor de la única forma
posible: dando espacio en nuestro interior a los sentimientos del
Señor Jesús buscando en toda circunstancia una vivencia radical de
su Evangelio. Lo cual significa, ante todo, consentir que el Espíritu
Santo nos haga amigos del Maestro y nos configure con Él. También
significa acoger en todo sus mandatos y adoptar en nosotros criterios
tales como la humildad en la conducta, la renuncia a lo superfluo, el
no hacer agravio a los demás o proceder con sencillez y mansedumbre
de corazón. Así, quienes nos rodean, percibirán la alegría que
nace de nuestra adhesión al Señor, y que no anteponemos nada a su
amor, estando siempre dispuestos a dar razón de nuestra esperanza”.
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