Ciudad
del Vaticano, 10 julio 2012
(VIS).-”Un recuerdo bellísimo, quizás el más bello de todo el
Concilio”. Con estas palabras el Santo Padre definió ayer su
estancia en la Casa de los Verbitas en Nemi, hace 47 años, cuando
era uno de los jóvenes teólogos peritos del Concilio Vaticano II,
encargados de preparar el decreto de esa asamblea sobre la actividad
misionera de la Iglesia.
Benedicto
XVI dio las gracias a los miembros de la Sociedad del Verbo Divino
por haberle dado la posibilidad de regresar al centro “Ad Gentes”
después de más de cuatro décadas y recordó que en la época del
Concilio vivía “en el centro de Roma, en el Colegio Santa Maria
del Anima; había mucho ruido, no me desagradaba -dijo- Pero cuando
vine aquí en medio del campo tan verde, con este aire tan fresco...
Ya de por sí era hermoso. Y luego, estaba en compañía de grandes
teólogos, con una tarea tan importante y bella como la de preparar
un decreto sobre la misión”.
El
encuentro de Benedicto XVI con los 150 participantes en el Capítulo
General de los Misioneros Verbitas y con la comunidad de la Curia
Generalicia de Roma fue muy familiar. El Santo Padre rememoró la
figura del General de aquella época, el padre Schütte, “que había
sufrido mucho en China, donde fue condenado y de donde fue
expulsado. Estaba lleno de dinamismo misionero, de la necesidad de
dar nuevo empuje al espíritu misionero. Y yo estaba con él; yo era
un teólogo sin gran importancia, muy joven; no sabía porqué me
habían invitado. Pero, para mí, era un gran regalo”.
“También
estaba Fulton Sheen que nos fascinaba con sus discursos por la tarde;
el padre Congar y los grandes misioneros de Lovaina. Supuso, para mí,
un enorme enriquecimiento espiritual (...) El decreto no suscitaba
grandes controversias. Bueno -dijo el Papa-, había una que yo no he
logrado entender entre la escuela de Lovaina y la de Munster y era :
¿El objetivo principal de la misión es la 'implantatio Ecclesiae o
el anuncio 'Evangeli'?. Pero todo convergía en el dinamismo único
de la necesidad de llevar la luz de la Palabra de Dios, la luz del
amor de Dios en el mundo y de dar una nueva alegría con este
anuncio”.
“Así
nació en aquellos días un decreto bueno y hermoso, que fue aceptado
casi unánimemente por todos los padres conciliares, y que para mí
complementa muy bien a la 'Lumen Gentium', porque encontramos una
eclesiología trinitaria, que parte sobre todo de la idea clásica
del 'bonum diffusivum sui'; el bien que lleva en sí la necesidad de
comunicar, de darse; que no puede encerrarse en sí mismo. Lo bueno,
la misma bondad, esencialmente es 'communicatio'. Esto aparece ya en
el misterio trinitario, al interno de Dios y se difunde en la
historia de la salvación y en nuestra necesidad de dar a los demás
el bien que hemos recibido”.
“Recordando
todo esto he pensado, a menudo, en aquellos días en Nemi, que son
para mí, una parte esencial de la experiencia del Concilio. Y me
alegra ver que vuestra Sociedad florece - el padre General ha hablado
de seis mil miembros en tantos países y en tantas naciones-
Claramente el dinamismo misionero está vivo y vive solamente si
cuenta con la alegría del Evangelio, si formamos parte de la
experiencia del bien que procede de Dios y que quiere y debe ser
comunicado. Gracias por vuestro dinamismo”.
Por
último, el Santo Padre deseó a los Verbitas todas las bendiciones
del Señor durante su Capítulo y “mucha inspiración”. “Que
las mismas fuerzas inspiradoras del Espíritu Santo que nos
acompañaron, casi visiblemente, en aquellos días, estén de nuevo
presentes entre vosotros y os ayuden a encontrar el camino para
vuestra Compañía, para la misión del Evangelio 'ad gentes' y para
los próximos años. Muchas gracias a todos y que el Señor os
bendiga. Rezad por mí, como yo rezo por vosotros”.
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