Ciudad
del Vaticano, 25 junio 2012
(VIS).-Esta mañana en la Oficina de Prensa de la Santa Sede ha
tenido lugar la Conferencia de Prensa para la presentación del
documento “Orientaciones pastorales para la promoción de las
vocaciones al ministerio sacerdotal”. Han intervenido el cardenal
Zenon Grocholewski, Prefecto de la Congregación para la Educación
Católica; el arzobispo Jean-Louis Brugués O.P., y monseñor Angelo
Vincenzo Zani, respectivamente, secretario y subsecretario del mismo
dicasterio.
En
su intervención, el cardenal ilustró el documento, solicitado tras
la Asamblea Plenaria de esa congregación en 2005 y elaborado, a
partir de 2008, gracias a las respuestas y sugerencias de las
diversas conferencias episcopales que se tradujeron en el texto
actual cuya publicación fue autorizada por el Santo Padre el 25 de
marzo de 2012, vigésimo aniversario de la exhortación apostólica
“Pastores dabo vobis”.
El
documento consta de tres partes: la primera, examina la situación
actual de las vocaciones al sacerdocio en el mundo y la pastoral
encargada de ellas; la segunda analiza la identidad del ministerio
sacerdotal, y la tercera propone sugerencias para la animación
pastoral de las vocaciones. La clave de lectura del texto, apuntó el
purpurado, podría ser: “El cuidado de las vocaciones al
sacerdocio, es un reto permanente para la Iglesia”.
La
primera parte indica tres razones que contrastan la pastoral
vocacional, evidentes, sobre todo en las Iglesias de antigua
tradición cristiana de Occidente: la disminución demográfica y la
crisis de la familia; la difusión de la mentalidad secularizada; las
difíciles condiciones de vida y del ministerio del sacerdote.
“Considerando
dichas dificultades -señaló el cardenal- se enumeran las
condiciones necesarias para que la gracia de la llamada encuentre un
terreno fértil en la Iglesia y la apertura de los jóvenes a la
vocación sacerdotal: encontrar un terreno fecundo de vida cristiana
en la comunidad eclesial; la función insustituible de la oración;
el valor de la pastoral integrada; un nuevo empuje de evangelización
y misión; el papel central de la familia; el testimonio coherente y
feliz de los presbíteros; la eficacia educativa de las experiencias
de voluntariado; el valor de las escuelas y universidades”.
El
arzobispo Bruguès explicó que en la segunda parte se abordan
“algunos elementos específicos que se deben resaltar en nuestra
época ya que se ven amenazados u oscurecidos, tanto por las
dificultades de la vida de la Iglesia. como por la la cultura
contemporánea, que pueden causar desviaciones en la 'figura de
valor' de la vocación al sacerdocio ministerial”.
Entre
ellos están “la tendencia a una transformación progresiva del
sacerdocio en profesión u oficio” que puede llevar aparejada la
“peligrosidad del activismo exasperado; el creciente
individualismo que, no con poca frecuencia, encierra al sacerdote en
una soledad negativa y deprimente; la confusión de funciones en la
Iglesia que se determina cuando se pierde el sentido de la diferencia
de competencias y de responsabilidades y no se aúnan los esfuerzos
para la colaboración en la única misión confiada al Pueblo de
Dios”.
El
segundo apartado subraya que la vocación al sacerdocio ministerial
se enmarca “en el ámbito del diálogo de amor entre Dios y el ser
humano. Un diálogo que, si por una parte es el mismo de cualquier
vocación cristiana, por otra asume los rasgos característicos de la
llamada a una relación típica, estable y muy exigente con Jesús
mismo, único modelo del sacerdocio del Nuevo Testamento (...) Esta
relación, nueva y específica con Jesús, hace entrar al llamado en
una relación igualmente nueva y específica con la comunidad
cristiana”.
Por
último, el capítulo describe algunas características para la
formación al ministerio sacerdotal, entre ellas “una prolongada
experiencia de vida comunitaria para evitar nuevas formas de
clericalismo, centralismo pastoral, o de servicios pastorales a
tiempo parcial, o según las necesidades individuales; una plena
integración y madurez afectiva porque hay que evitar propuestas
vocacionales a los sujetos marcados por profundas fragilidades
humanas; amplia y dócil participación en el contexto eclesial
caracterizada por un amor concreto por la propia Iglesia particular y
por (...) una apertura generosa a la dimensión universal de la
misión; el papel decisivo de los 'acompañantes vocacionales'; la
propuesta de figuras sacerdotales ejemplares”.
Concluyó
la presentación monseñor Angelo Vincenzo Zani, señalando que el
documento reitera “que el campo fecundo de la siembra vocacional es
una comunidad cristiana que escucha la Palabra, reza con la liturgia
y testimonia la caridad”. Asimismo, el texto “dirige a toda la
Iglesia un llamamiento para reanudar con confianza su compromiso
educativo para la acogida de la llamada de Dios al ministerio
sacerdotal, que aún hoy debemos considerar difundido por su
Providencia, y adecuado a las necesidades eclesiales y de la
evangelización del mundo”.
¿Habrán tenido algo en cuenta a los sacerdotes miembros de institutos de vida consagrada?
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