Ciudad
del Vaticano, 4 de abril de 2012 (VIS).- Benedicto XVI ha hablado
durante la audiencia general de este miércoles sobre su reciente
viaje a México y Cuba, con el que quiso “abrazar al entero
continente, invitando a todos a vivir juntos en la esperanza y en el
compromiso concreto de caminar unidos hacia un futuro mejor”. La
audiencia se ha celebrado en la Plaza de San Pedro con la
participación de once mil personas.
El
Papa ha recordado los motivos de su viaje: el bicentenario de
la Independencia de México y otros países de América Latina; las
dos décadas de relaciones diplomáticas entre México y la Santa
Sede; y el cuarto centenario del descubrimiento de la imagen de la
Virgen de la Caridad del Cobre en Cuba.
Una
de las características de esta visita ha sido la acogida
“extraordinaria, festiva y vivaz” de los mexicanos, como signo
del “abrazo caluroso de todo un pueblo”. El Santo Padre ha
hablado de su estancia en León, donde, ante las autoridades civiles
y religiosas, subrayó “la necesidad del reconocimiento y la tutela
de los derechos fundamentales de la persona humana, entre los cuales
destaca la libertad religiosa”. También aseguró su “cercanía a
cuantos sufren a causa de plagas sociales, de conflictos nuevos y
antiguos, de la corrupción y la violencia”. El entusiasmo de
cuantos lo escuchaban atestiguó “la tenaz esperanza de los
cristianos mexicanos, que sigue encendida en sus corazones a pesar de
los momentos difíciles”.
Siempre
en León, el Pontífice encontró a muchos niños y adolescentes que
con su alegría expresaban “el fuerte deseo de todos los jóvenes
de México, América Latina y el Caribe de vivir en paz, serenidad y
armonía, en una sociedad más justa y reconciliada”.
“Los discípulos del Señor deben acrecentar la alegría de ser cristianos y la alegría de pertenecer a su Iglesia. De esta alegría nacen también las energías para servir a Cristo en situaciones difíciles y de sufrimiento”. Por ese motivo, el Papa exhortó a los miles de participantes en la eucarística dominical del Parque del Bicentenario en León a “confiar en la bondad de Dios Todopoderoso que puede cambiar desde dentro, desde el corazón, situaciones oscuras e insoportables”. También manifestó su gratitud a cuantos “siembran el Evangelio en situaciones complejas y, a menudo, no carentes de limitaciones”.
Benedicto
XVI se despidió de México instando al pueblo mexicano “a
permanecer fiel al Señor y a su Iglesia, firmemente anclado en sus
raíces cristianas”.
A continuación, el Papa ha recordado su viaje a Cuba, donde fue “ante todo para apoyar la misión de la Iglesia Católica, comprometida en anunciar el Evangelio con alegría, a pesar de la escasez de recursos y de las dificultades que todavía se deben superar para la que religión desempeñe su servicio espiritual y formativo en el ámbito publico de la sociedad”. El Santo Padre evidenció las buenas relaciones existentes entre el Estado y la Santa Sede, encaminadas “al servicio de la presencia viva y constructiva de la Iglesia local”. También aseguré -ha añadido- que el Papa lleva en su corazón las preocupaciones y aspiraciones de todos los cubanos, especialmente de aquellos que sufren por la limitación de la libertad.”
“Un momento de gran intensidad espiritual” fue la primera Misa celebrada en tierra cubana con motivo del cuarto centenario del descubrimiento de la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba. Los miles de personas que asistieron a ella eran “el signo de una iglesia que viene de situaciones no fáciles, pero que da un testimonio vivo de su caridad y de su presencia activa en la vida de la gente”.
“Invité
a los católicos cubanos y a toda la población, que espera en un
futuro mejor, a dar nuevo vigor a su fe y a contribuir, con la
valentía del perdón y la comprensión, a la construcción de una
sociedad abierta y renovada donde haya cada vez más espacio para
Dios, porque cuando Dios se elimina, el mundo se convierte en un
lugar inhóspito para los seres humanos”, ha dicho el Pontífice.
En
la segunda etapa cubana, La Habana, “los jóvenes -ha observado-
fueron los principales protagonistas de la exuberante acogida en el
recorrido hacia la nunciatura, donde tuve la oportunidad de hablar
con los obispos del país sobre los desafíos que ha de afrontar la
Iglesia cubana, consciente de que la gente la mira con creciente
confianza”.
En
la Misa del domingo, ha dicho el Papa, “recordé a todos que Cuba y
el mundo necesitan cambios, pero que éstos se producirán solamente
si cada uno se abre a la verdad integral sobre el hombre, presupuesto
imprescindible para alcanzar la libertad, y decide sembrar alrededor
reconciliación y fraternidad. (…) También he querido reafirmar
que la Iglesia no pide privilegios, sino poder proclamar y celebrar
públicamente la fe, llevando el mensaje de esperanza y de paz del
Evangelio a todos los ambientes de la sociedad”. En este sentido,
Benedicto XVI ha manifestado su aprecio por los pasos dados por las
autoridades cubanas, y ha subrayado la necesidad de proseguir por
este camino hacia la plena libertad religiosa.
Del
momento de la partida, el Santo Padre conserva el recuerdo de los
miles y miles de cubanos que, a pesar de la lluvia, fueron a
saludarle durante el trayecto hacia el aeropuerto. En el discurso de
despedida señaló que ha llegado la hora de que los diversos
componentes de la sociedad cubana realicen “un esfuerzo de sincera
colaboración y de diálogo paciente para el bien de la patria”.
Desde esta perspectiva, su presencia en la isla ha querido ser “una
exhortación a abrir las puertas del corazón a Cristo, que es fuente
de esperanza y de fuerza para hacer crecer el bien”.
Benedicto
XVI ha afirmado que su viaje pastoral a México y Cuba ha dado un
buen resultado pastoral, y ha manifestado su esperanza de que ambos
países puedan obtener frutos abundantes para construir un futuro de
paz y fraternidad.
Para
terminar, el Papa se ha referido al Triduo Pascual, vértice del año
litúrgico, que comienza mañana con la Santa Misa “in Coena
Domini”; y ha invitado a los fieles a vivirlo con intensidad: “Cada
uno de nosotros ha sido amado por Jesús hasta el final, esto es,
hasta el don total de Sí en la cruz, cuando gritó: '¡Todo está
consumado!'. Dejemos que este amor nos alcance, dejémonos
transformar, para que verdaderamente se realice en nosotros la
resurrección”.
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