CIUDAD DEL VATICANO, 8 DIC 2011 (VIS).-En la solemnidad de la Inmaculada Concepción, Benedicto XVI se asomó a mediodía a la ventana de su estudio para rezar el Ángelus con las personas reunidas en la Plaza de San Pedro.
Antes de la oración mariana, el Papa recordó que el beato Pío IX, en su carta Apostólica ‘Ineffabilis Deus’ de 1854, afirmaba que María “‘fue preservada, por gracia y privilegio singular de Dios omnipotente, en previsión de los méritos de Jesucristo Salvador del género humano, inmune de toda mancha de pecado original’. Esta verdad de fe está contenida en las palabras del saludo del arcángel Gabriel: ‘Alégrate, llena de gracia: el Señor está contigo’. La frase ‘llena de gracia’ indica la obra maravillosa del amor de Dios, que nos restituyó la vida y la libertad, perdidas con el pecado, mediante su Hijo Unigénito encarnado, muerto y resucitado”.
“Por eso –continuó el Santo Padre-, desde el siglo II, en Oriente y en Occidente la Iglesia invoca y celebra a la Virgen que, con su ‘Sí’, acercó el Cielo a la tierra, haciéndose ‘generadora de Dios y nodriza de nuestra vida’”.
“También a nosotros se nos ha dado la ‘plenitud de la gracia’, que tenemos que hacer resplandecer en nuestra vida, porque el Padre de nuestro Señor Jesucristo -escribe San Pablo- ‘que nos ha bendecido en Cristo con toda bendición espiritual ya que en Él nos eligió antes de la creación del mundo para que fuéramos santos y sin mancha (...) nos predestinó a ser sus hijos adoptivos’. Esta filiación la recibimos por medio de la Iglesia en el día del Bautismo. A propósito, santa Hildegarda de Bingen escribe: ‘La Iglesia es, por tanto, la virgen madre de todos los cristianos. En la fuerza secreta del Espíritu Santo los concibe y los da a luz, ofreciéndolos a Dios de modo que sean llamados también hijos de Dios’”, finalizó el Papa.
Después del Ángelus, Benedicto XVI saludó a los miembros de Acción Católica Italiana que en la fiesta de la Inmaculada renuevan la adhesión a esa asociación que es “una escuela de santidad y de evangelización. Le deseo todo lo mejor en su tarea formativa y apostólica”.
También se dirigió a los peregrinos de lengua española para confiar a “la Madre de los Redimidos (...) las intenciones y los santos deseos que inspira en nosotros este tiempo de Adviento, así como las necesidades y angustias de aquellos que están privados de libertad, carecen de trabajo o pasan por momentos de dificultad y dolor”.
ANG/ VIS 20111209 (450)
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