CIUDAD DEL VATICANO, 21 MAY 2011 (VIS).-El Santo Padre recibió este mediodía en audiencia a los dirigentes, profesores y estudiantes de la Universidad Católica del Sagrado Corazón (Italia), con motivo de los noventa años de su fundación.
El Papa se refirió a las “grandes y rápidas transformaciones” que experimenta la universidad: “la cultura humanista se ve afectada por un deterioro progresivo; (…) existe una tendencia a reducir el horizonte humano a lo que se puede medir, a eliminar del saber sistemático y crítico la cuestión fundamental del sentido”. En este aspecto, señaló que “en la medida en que las ciencias empíricas monopolizan los territorios de la razón, parece que no hay más espacio para las razones de creer, de modo que la dimensión religiosa es relegada a la esfera de lo opinable y de lo privado. En este contexto, las motivaciones y las características de la institución universitaria se cuestionan”.
“La perspectiva cristiana –continuó- no se contrapone al saber científico y a los logros del ingenio humano, sino al contrario, considera la fe como horizonte de sentido, camino a la verdad plena, guía de auténtico desarrollo. Sin orientación a la verdad, sin una actitud de investigación humilde y audaz, la cultura se desmorona, cae en el relativismo y se pierde en lo efímero”.
Benedicto XVI puso de relieve que “la fe y la cultura están indisolublemente unidas, manifestación de aquel “desiderium naturale vivendi Deum”, que está presente en cada ser humano. Cuando este vínculo se rompe, la humanidad tiende a replegarse y a encerrarse en sus propias capacidades creativas”.
“La cuestión de la verdad y del Absoluto -la cuestión de Dios- (…) es la cuestión fundamental de la que depende el descubrimiento del sentido del mundo y de la vida. (…) El saber de la fe ilumina la investigación del ser humano, la interpreta humanizándola, la integra en proyectos de bien, arrancándola de la tentación del pensamiento calculador, que instrumentaliza el saber y convierte los descubrimientos científicos en medios de poder de esclavitud del hombre”.
El Santo Padre subrayó que “el horizonte que anima el trabajo de la universidad puede y debe ser la pasión auténtica por el ser humano. (…) Servir al hombre es hacer la verdad en la caridad, es amar la vida, respetarla siempre, comenzando por las situaciones en las que es más frágil e indefensa. Este es una de nuestras tareas, especialmente en tiempos de crisis: la historia de la cultura demuestra que la dignidad humana ha sido reconocida realmente en su totalidad a la luz de la fe cristiana”.
“La actitud de cerrazón o de separación frente a la propuesta de la fe significa olvidar que a lo largo de la historia, y aún hoy, es fermento de cultura y luz para la inteligencia, estímulo para desarrollar todas sus capacidades positivas por el bien auténtico del hombre”.
Tras hacer hincapié en que “el testimonio de la fe y de la caridad son inseparables”, el Papa señaló que “en Jesús descubrimos que Dios es amor y que solo en el amor podemos conocerlo. (…) La cumbre del conocimiento de Dios se alcanza en el amor. (…) El ser humano necesita amor, tiene necesidad de la verdad, para no desbaratar el tesoro frágil de la libertad y estar expuestos a la violencia de las pasiones y a condicionamientos patentes o encubiertos”.
Dirigiéndose en particular a los profesores, Benedicto XVI les recordó que tienen “un papel decisivo: mostrar cómo la fe cristiana es fermento de cultura y luz para la inteligencia”.
El Papa concluyó destacando que “la capilla es el corazón pulsante y alimento constante de la vida universitaria, a la que está unido el centro pastoral, donde los asistentes espirituales de las diferentes sedes deben realizar su preciosa misión sacerdotal, que es esencial para la identidad de la Universidad Católica”.
AC/ VIS 20110523 (650)
El Papa se refirió a las “grandes y rápidas transformaciones” que experimenta la universidad: “la cultura humanista se ve afectada por un deterioro progresivo; (…) existe una tendencia a reducir el horizonte humano a lo que se puede medir, a eliminar del saber sistemático y crítico la cuestión fundamental del sentido”. En este aspecto, señaló que “en la medida en que las ciencias empíricas monopolizan los territorios de la razón, parece que no hay más espacio para las razones de creer, de modo que la dimensión religiosa es relegada a la esfera de lo opinable y de lo privado. En este contexto, las motivaciones y las características de la institución universitaria se cuestionan”.
“La perspectiva cristiana –continuó- no se contrapone al saber científico y a los logros del ingenio humano, sino al contrario, considera la fe como horizonte de sentido, camino a la verdad plena, guía de auténtico desarrollo. Sin orientación a la verdad, sin una actitud de investigación humilde y audaz, la cultura se desmorona, cae en el relativismo y se pierde en lo efímero”.
Benedicto XVI puso de relieve que “la fe y la cultura están indisolublemente unidas, manifestación de aquel “desiderium naturale vivendi Deum”, que está presente en cada ser humano. Cuando este vínculo se rompe, la humanidad tiende a replegarse y a encerrarse en sus propias capacidades creativas”.
“La cuestión de la verdad y del Absoluto -la cuestión de Dios- (…) es la cuestión fundamental de la que depende el descubrimiento del sentido del mundo y de la vida. (…) El saber de la fe ilumina la investigación del ser humano, la interpreta humanizándola, la integra en proyectos de bien, arrancándola de la tentación del pensamiento calculador, que instrumentaliza el saber y convierte los descubrimientos científicos en medios de poder de esclavitud del hombre”.
El Santo Padre subrayó que “el horizonte que anima el trabajo de la universidad puede y debe ser la pasión auténtica por el ser humano. (…) Servir al hombre es hacer la verdad en la caridad, es amar la vida, respetarla siempre, comenzando por las situaciones en las que es más frágil e indefensa. Este es una de nuestras tareas, especialmente en tiempos de crisis: la historia de la cultura demuestra que la dignidad humana ha sido reconocida realmente en su totalidad a la luz de la fe cristiana”.
“La actitud de cerrazón o de separación frente a la propuesta de la fe significa olvidar que a lo largo de la historia, y aún hoy, es fermento de cultura y luz para la inteligencia, estímulo para desarrollar todas sus capacidades positivas por el bien auténtico del hombre”.
Tras hacer hincapié en que “el testimonio de la fe y de la caridad son inseparables”, el Papa señaló que “en Jesús descubrimos que Dios es amor y que solo en el amor podemos conocerlo. (…) La cumbre del conocimiento de Dios se alcanza en el amor. (…) El ser humano necesita amor, tiene necesidad de la verdad, para no desbaratar el tesoro frágil de la libertad y estar expuestos a la violencia de las pasiones y a condicionamientos patentes o encubiertos”.
Dirigiéndose en particular a los profesores, Benedicto XVI les recordó que tienen “un papel decisivo: mostrar cómo la fe cristiana es fermento de cultura y luz para la inteligencia”.
El Papa concluyó destacando que “la capilla es el corazón pulsante y alimento constante de la vida universitaria, a la que está unido el centro pastoral, donde los asistentes espirituales de las diferentes sedes deben realizar su preciosa misión sacerdotal, que es esencial para la identidad de la Universidad Católica”.
AC/ VIS 20110523 (650)
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