CIUDAD DEL VATICANO, 12 DIC 2010 (VIS).-Al regreso de su visita pastoral a la parroquia romana de San Maximiliano Kolbe, el Santo Padre se asomó a mediodía a la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para rezar el Ángelus con los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro.
En este tercer domingo de Adviento, como es habitual, estaban presentes unos 2.000 niños romanos para que el Papa bendijese las figuritas del Niño Jesús que se colocarán en los Belenes de las familias, escuelas y parroquias.
Benedicto XVI, citando un pasaje de la Carta de Santiago de la Liturgia de hoy que dice: “Tened, pues, paciencia, hermanos, hasta la Venida del Señor”, afirmó: “Creo que es importante en nuestros días, subrayar el valor de la constancia y de la paciencia, dos virtudes que pertenecían al bagaje habitual de nuestros padres, pero que hoy son menos populares, en un mundo que exalta el cambio y la capacidad para adaptarse a situaciones siempre nuevas y diversas. Sin nada que objetar a estos aspectos, que también son cualidades del ser humano, el Adviento nos llama a potenciar esa tenacidad interior, esa resistencia del ánimo, que permiten que no nos descorazonemos en la espera de un bien que tarda en llegar, sino que al contrario hacen que lo esperemos, que preparemos su llegada con confianza activa”.
Prosiguiendo con el comentario de la Carta, donde el apóstol pone como ejemplo de paciencia y constancia a los labradores, el Papa dijo: “El agricultor no es fatalista; es el modelo de una mentalidad que une de manera equilibrada la fe y la razón, ya que por una parte, conoce las leyes de la naturaleza y cumple bien su trabajo, y, por otra, confía en la Providencia, porque algunas cosas fundamentales no dependen de sus manos, sino de las manos de Dios. Efectivamente la paciencia y la constancia son una síntesis entre el empeño humano y la confianza en Dios”.
“Fortaleced vuestros corazones” dice la Escritura. ¿Cómo podemos conseguirlo? ¿Cómo pueden ser más fuertes nuestros corazones, ya de por sí frágiles, y más débiles todavía debido a la cultura que nos circunda?”, se preguntó el Papa. “La ayuda no nos falta: es la Palabra de Dios: Mientras todo pasa y cambia, la Palabra del Señor no pasa. Si las vicisitudes de la vida hacen que nos sintamos perdidos y parece que se derrumba toda certeza, tenemos una brújula para encontrar la orientación, tenemos un ancla para no ir a la deriva”.
El pontífice recordó en este sentido “el modelo de los profetas, es decir, de esas personas a las que Dios ha llamado para que hablen en su nombre. El profeta encuentra su alegría y su fuerza en la Palabra del Señor, y mientras los hombres buscan con frecuencia la felicidad por caminos que se revelan equivocados, él anuncia la verdadera esperanza, la que no nos decepciona, pues está fundamentada en la fidelidad de Dios. Todo cristiano, en virtud del Bautismo, ha recibido la dignidad profética: que cada uno pueda redescubrirla y alimentarla, con una asidua escucha de la Palabra divina”.
Después de rezar el Ángelus el Papa se dirigió a los niños de Roma: “Queridos jóvenes amigos -dijo-: Cuando pongáis al Niño Jesús en la gruta o en el pesebre, rezad por el Papa y sus intenciones. Muchas gracias”.
ANG/ VIS 20101213 (570)
En este tercer domingo de Adviento, como es habitual, estaban presentes unos 2.000 niños romanos para que el Papa bendijese las figuritas del Niño Jesús que se colocarán en los Belenes de las familias, escuelas y parroquias.
Benedicto XVI, citando un pasaje de la Carta de Santiago de la Liturgia de hoy que dice: “Tened, pues, paciencia, hermanos, hasta la Venida del Señor”, afirmó: “Creo que es importante en nuestros días, subrayar el valor de la constancia y de la paciencia, dos virtudes que pertenecían al bagaje habitual de nuestros padres, pero que hoy son menos populares, en un mundo que exalta el cambio y la capacidad para adaptarse a situaciones siempre nuevas y diversas. Sin nada que objetar a estos aspectos, que también son cualidades del ser humano, el Adviento nos llama a potenciar esa tenacidad interior, esa resistencia del ánimo, que permiten que no nos descorazonemos en la espera de un bien que tarda en llegar, sino que al contrario hacen que lo esperemos, que preparemos su llegada con confianza activa”.
Prosiguiendo con el comentario de la Carta, donde el apóstol pone como ejemplo de paciencia y constancia a los labradores, el Papa dijo: “El agricultor no es fatalista; es el modelo de una mentalidad que une de manera equilibrada la fe y la razón, ya que por una parte, conoce las leyes de la naturaleza y cumple bien su trabajo, y, por otra, confía en la Providencia, porque algunas cosas fundamentales no dependen de sus manos, sino de las manos de Dios. Efectivamente la paciencia y la constancia son una síntesis entre el empeño humano y la confianza en Dios”.
“Fortaleced vuestros corazones” dice la Escritura. ¿Cómo podemos conseguirlo? ¿Cómo pueden ser más fuertes nuestros corazones, ya de por sí frágiles, y más débiles todavía debido a la cultura que nos circunda?”, se preguntó el Papa. “La ayuda no nos falta: es la Palabra de Dios: Mientras todo pasa y cambia, la Palabra del Señor no pasa. Si las vicisitudes de la vida hacen que nos sintamos perdidos y parece que se derrumba toda certeza, tenemos una brújula para encontrar la orientación, tenemos un ancla para no ir a la deriva”.
El pontífice recordó en este sentido “el modelo de los profetas, es decir, de esas personas a las que Dios ha llamado para que hablen en su nombre. El profeta encuentra su alegría y su fuerza en la Palabra del Señor, y mientras los hombres buscan con frecuencia la felicidad por caminos que se revelan equivocados, él anuncia la verdadera esperanza, la que no nos decepciona, pues está fundamentada en la fidelidad de Dios. Todo cristiano, en virtud del Bautismo, ha recibido la dignidad profética: que cada uno pueda redescubrirla y alimentarla, con una asidua escucha de la Palabra divina”.
Después de rezar el Ángelus el Papa se dirigió a los niños de Roma: “Queridos jóvenes amigos -dijo-: Cuando pongáis al Niño Jesús en la gruta o en el pesebre, rezad por el Papa y sus intenciones. Muchas gracias”.
ANG/ VIS 20101213 (570)
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