CIUDAD DEL VATICANO, 15 NOV 2010 (VIS).-El Papa recibió este mediodía a un grupo de maestros de esquí italianos, acompañados por el ministro de Asuntos Exteriores, Franco Frattini, a quien dio las gracias por sus esfuerzos para que muchos católicos, recientemente heridos en Bagdad, hayan podido ser acogidos prontamente en Italia.
Hablando del deporte, el Santo Padre afirmó que “si se practica con pasión y sentido de la ética, además de ejercitar un espíritu de competencia sana, se convierte en una escuela para aprender y profundizar valores humanos y cristianos. (…) Mediante la actividad deportiva, la persona entiende mejor que su cuerpo no puede ser considerado un objeto, sino que a través de la corporeidad se expresa a sí misma y entra en relación con los demás. De esta manera, el equilibrio entre la dimensión física y la espiritual lleva a no idolatrar el cuerpo, sino a respetarlo, a que no sea un instrumento que hay que potenciar a toda costa, incluso utilizando medios ilícitos”.
El Santo Padre señaló que al esquiar en la montaña, “contemplando la creación, el ser humano reconoce la grandeza de Dios, fuente última del propio ser y del universo. No hay que olvidar que la relación con la creación es un elemento importante para el desarrollo de la identidad humana, y ni siquiera el pecado del hombre ha eliminado su tarea de ser guardián del mundo. También la actividad deportiva puede ser concebida y vivida como parte de esta responsabilidad. Los avances en la ciencia y la tecnología dan a los seres humanos la oportunidad de intervenir y manipular la naturaleza, pero el riesgo, siempre presente, es querer reemplazar al Creador y reducir la creación a un producto de uso y consumo”.
“¿Cuál es, sin embargo, la actitud correcta que hay que asumir?”, preguntó el Papa. “Sin duda, la de un profundo sentimiento de gratitud y reconocimiento, pero también de responsabilidad en la preservación y cuidado de la obra de Dios. El deporte ayuda a alcanzar estos objetivos, que afectan al mismo estilo de vida, que se orienta según el equilibrio, la autodisciplina y el respeto. En particular, para vosotros, el contacto con la naturaleza es un motivo para cultivar un profundo amor por la creación de Dios”.
Benedicto XVI puso de relieve que el papel de los maestros de esquí “es importante para una formación deportiva sana y para una educación al respeto del medio ambiente. Se trata de una tarea que no hay que realiza aisladamente, sino con las familias, especialmente cuando vuestros alumnos son menores de edad, y en colaboración con la escuela y las otras realidades educativas. También es importante -terminó- vuestro testimonio de fieles laicos, que en el contexto de la actividad deportiva, otorgan el justo relieve a los momentos fundamentales para la vida de fe, especialmente la santificación del domingo como día del Señor”.
AC/ VIS 20101115 (470)
Hablando del deporte, el Santo Padre afirmó que “si se practica con pasión y sentido de la ética, además de ejercitar un espíritu de competencia sana, se convierte en una escuela para aprender y profundizar valores humanos y cristianos. (…) Mediante la actividad deportiva, la persona entiende mejor que su cuerpo no puede ser considerado un objeto, sino que a través de la corporeidad se expresa a sí misma y entra en relación con los demás. De esta manera, el equilibrio entre la dimensión física y la espiritual lleva a no idolatrar el cuerpo, sino a respetarlo, a que no sea un instrumento que hay que potenciar a toda costa, incluso utilizando medios ilícitos”.
El Santo Padre señaló que al esquiar en la montaña, “contemplando la creación, el ser humano reconoce la grandeza de Dios, fuente última del propio ser y del universo. No hay que olvidar que la relación con la creación es un elemento importante para el desarrollo de la identidad humana, y ni siquiera el pecado del hombre ha eliminado su tarea de ser guardián del mundo. También la actividad deportiva puede ser concebida y vivida como parte de esta responsabilidad. Los avances en la ciencia y la tecnología dan a los seres humanos la oportunidad de intervenir y manipular la naturaleza, pero el riesgo, siempre presente, es querer reemplazar al Creador y reducir la creación a un producto de uso y consumo”.
“¿Cuál es, sin embargo, la actitud correcta que hay que asumir?”, preguntó el Papa. “Sin duda, la de un profundo sentimiento de gratitud y reconocimiento, pero también de responsabilidad en la preservación y cuidado de la obra de Dios. El deporte ayuda a alcanzar estos objetivos, que afectan al mismo estilo de vida, que se orienta según el equilibrio, la autodisciplina y el respeto. En particular, para vosotros, el contacto con la naturaleza es un motivo para cultivar un profundo amor por la creación de Dios”.
Benedicto XVI puso de relieve que el papel de los maestros de esquí “es importante para una formación deportiva sana y para una educación al respeto del medio ambiente. Se trata de una tarea que no hay que realiza aisladamente, sino con las familias, especialmente cuando vuestros alumnos son menores de edad, y en colaboración con la escuela y las otras realidades educativas. También es importante -terminó- vuestro testimonio de fieles laicos, que en el contexto de la actividad deportiva, otorgan el justo relieve a los momentos fundamentales para la vida de fe, especialmente la santificación del domingo como día del Señor”.
AC/ VIS 20101115 (470)
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