CIUDAD DEL VATICANO, 16 ABR 2010 (VIS).-El director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, padre Federico Lombardi S.I., efectuó ayer tarde la siguiente declaración concerniente a la carta del 8 de septiembre de 2001 escrita por el cardenal Darío Castrillón Hoyos, en la época Prefecto de la Congregación para el Clero, al entonces obispo de Bayeux-Lisieux (Francia), monseñor Pierre Pican, sobre un caso de abuso sexual en esa diócesis.
"Este documento -afirma el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede- es una prueba más de cuanto fuera oportuna la unificación del tratamiento de los casos de abusos sexuales de menores por parte de miembros del clero bajo la competencia de la Congregación para la Doctrina de la Fe, para garantizar una actuación rigurosa y coherente, como efectivamente sucedió con los documentos aprobados por el Papa en 2001".
OP/ VIS 20100416 (140)
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En serio se creen esas mentiras....mas bien hubo silencio, encubrimiento, hasta complicidad no solo de Ratzinger, sino de la mayoria de la curia romana...
ResponderEliminar¿Y donde estaba JPII cuando todo esto sucedia? ¿Si el papa es el jefe de toda esta gente? ¡Que verguenza!
ResponderEliminarEn la carta (nunca fue secreta) el Cardenal Darío Castrillón Hoyos felicitaba al Obispo Pierre Pican por preferir ir a la cárcel (fue por unos meses), antes que denunciar a las autoridades civiles (por la confidencia recibida) al sacerdote René Bissey luego condenado a 18 años de prisión por pederastia.
ResponderEliminarEl obispo indicó una terapia sicológica por dos años apartando al sacerdote y creyendo que se solucionaría el problema hasta donde él llegó a conocerlo. No impidió denuncias ni obstruyó la investigación cumpliendo su obligación como obispo.
En cuanto a las afirmaciones del padre Lombardi:
El Director de la Sala de Prensa de la Santa Sede declaró que: “además, no existía (hasta antes de 2001) un criterio unificado entre los cardenales sobre cómo manejarlos, pues no había consenso en si se debía entregar a los sacerdotes a la justicia o si debían ser sometidos solo a tratamiento psiquiátrico. ( ) En 2001 el entonces Cardenal Ratzinger unifica el criterio y exige a los obispos que presenten a los sacerdotes a las autoridades civiles.”
Parece necesario ampliar la explicación.
No hace al fundamento de la conducción de la Iglesia que concierne exclusivamente al Santo Padre con sus obispos, pero es conveniente clarificar:
¿No es que los obispos ‘deben informar a las víctimas y/o padres o tutores’ que la Iglesia no se opone a que denuncien estos delitos ante las autoridades civiles?
Los procesos y las eventuales penas canónicas que pueden llegar hasta la expulsión del estado clerical – (aunque también la cuestión de los daños se puede tratar directamente durante estos procedimientos) – ¿obligan a los obispos a denunciar (‘presentar’) a los sacerdotes a las autoridades civiles?
Creo que es una injusticia decir que hubo coplicidad del ahora papa Benedictos XVI, cuando él mismo, asumió poco despues todo este problema en su dicasterio. Y es justamente en 2001, la fecha de la carta, cuando aun estaba asumiendo ese encargo, pues en tiempos anteriores, justamente cuando se dio el caso de francia, era jurisdiccion del dicasterio del Cardenal Castrillón. Por tanto, cada día me convenzo mas de la valentia del actual papa, quien esta afrontando estas cosas con total transparencia, y tolerancia cero. Vena la entrevista a Monseñor Charles Scincula.
ResponderEliminarPara que piden explicaciones si no las van a aceptar. Eso no tiene razón de ser, respeten, que son los menos indicados para hablar y para juzgar.
ResponderEliminarLa Iglesia "se ocupa del pecado, que es algo más complejo que el delito, (y) que tiene un aspecto de juicio individual, caso por caso, distinto (del) procedimiento estándar de la ley" (Giuliano Ferrara en Il Foglio).
ResponderEliminarCon mi anterior comentario (17 de abril de 2010 17:29) procuro significar que la Iglesia, el Papa, cardenales, obispos, no tienen- como parte de su misión- que mandar ‘a las galeras’ a los sacerdotes delincuenciales. De eso se tiene que encargar la justicia civil de cada país sin que la Iglesia dificulte su investigación y aplicación. El Vicario de Cristo los expulsa del sacerdocio. Cuidando que se apliquen con veracidad los procedimientos- del juicio canónico a los que sean comprobadamente culpables- y de colaboración con las autoridades civiles para ‘establecer lo cierto separándolo de lo presunto o simplemente difamatorio’. Horacio Castro