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lunes, 6 de octubre de 2008

VISITA OFICIAL DEL PAPA AL PRESIDENTE REPUBLICA ITALIANA


CIUDAD DEL VATICANO, 4 OCT 2008 (VIS).-Benedicto XVI se desplazó hoy al palacio del Quirinal, residencia de los presidentes de la República Italiana, para corresponder a la visita del presidente Giorgio Napolitano al Vaticano, el 20 de noviembre de 2006. El Papa se entrevistó privadamente con Napolitano y después ambos pronunciaron sendos discursos.

  El Santo Padre salió del Vaticano a las 10,30 en automóvil. Apenas fuera, en la Plaza Pío XII, fue saludado por una delegación del gobierno italiano encabezada por el ministro de Asuntos Exteriores, Franco Frattini. Benedicto XVI se detuvo una segunda vez en Piazza Venezia, cerca del Ayuntamiento de Roma, donde fue saludado por el alcalde, Gianni Alemanno, y prosiguió hasta el Quirinal, donde salió a recibirle el presidente Napolitano.

  Después del coloquio privado con el presidente italiano, el Papa saludó a los anteriores presidentes de la República y se detuvo brevemente en la capilla del Quirinal. A continuación, el Santo Padre y el Presidente pronunciaron sus discursos.

  En respuesta al saludo del presidente Napolitano, el Papa recordó que "en un cierto momento de la historia, el Palacio del Quirinal se convirtió en un signo de contradicción, cuando, por una parte, Italia anhelaba ser un Estado unitario, y por otra, la Santa Sede estaba preocupada por conservar la propia independencia como garantía de la propia misión universal. (…) Me refiero -dijo- a la "cuestión romana", que terminó con la firma de los Pactos Lateranenses el 11 de febrero de 1929.

  Benedicto XVI aseguró que su visita quería confirmar que "el Quirinal y el Vaticano no son colinas que se ignoran o se enfrentan con rencor; son más bien lugares que simbolizan el respeto recíproco de la soberanía del Estado y de la Iglesia, dispuestos a cooperar juntos para promover y servir el bien integral de la persona humana y el desarrollo pacífico de la convivencia social. Esta es -me gusta subrayarlo- una realidad positiva verificable casi cotidianamente en distintos niveles, y de la que también pueden aprender otros Estados".

  Tras poner de relieve que hoy se celebra la fiesta de San Francisco de Asís, "especial protector" de Italia, el Papa dijo que "en este santo, cuya figura atrae a creyentes y no creyentes, podemos descubrir la imagen de la misión perenne de la Iglesia, también en su relación con la sociedad civil. La Iglesia, en la época actual de cambios profundos y a menudo difíciles, sigue proponiendo a todos el mensaje de salvación del Evangelio y se compromete a contribuir a la edificación de una sociedad fundada en la verdad y en la libertad, en el respeto de la vida y de la dignidad humana, en la justicia y en la solidaridad social".

  "Por tanto -continuó-, la Iglesia no ambiciona el poder, ni pretende privilegios o aspira a posiciones de ventaja económica y social. Su único objetivo es servir al ser humano, inspirándose, como norma suprema de conducta, en las palabras y en el ejemplo de Jesucristo, que "pasó haciendo el bien y sanando a todos".
 
  "Para cumplir su misión, la Iglesia siempre y en todo lugar debe gozar del derecho de libertad religiosa, en toda su amplitud", dijo el Papa, y recordando el discurso que pronunció ante la Asamblea de las Naciones Unidas el pasado 18 de abril reafirmó: "No se puede limitar la plena garantía de la libertad religiosa al libre ejercicio del culto, sino que se ha de tener en la debida consideración la dimensión pública de la religión y, por tanto, la posibilidad de que los creyentes contribuyan a la construcción del orden social".

  Esa contribución a la edificación de la sociedad asume muchas formas, observó el Santo Padre, ya que la Iglesia "es una realidad al mismo tiempo espiritual y visible, cuyos miembros tienen vocaciones, tareas y papeles diversos". En particular, se preocupa por la formación de los jóvenes y la educación, "clave indispensable para un futuro inspirado en los valores perennes del humanismo cristiano", y en "la enseñanza de la libertad, presupuesto necesario para un servicio al bien común".

  Benedicto XVI manifestó el deseo de que las "comunidades cristianas (...) italianas formen a las personas, sobre todo a los jóvenes, como ciudadanos responsables y comprometidos en la vida civil" y de que "los pastores y los fieles sigan dando su importante aportación para construir el bien común del país, también en esta situación de incertidumbre económica y social", prestando atención a "los pobres y marginados, a los que no tienen trabajo, las familias y los ancianos".

  "Al mismo tiempo, espero que todos acojan la aportación de la comunidad católica con el mismo espíritu de disponibilidad con que éste se ofrece. No hay razón para temer una prevaricación que perjudique la libertad por parte de la Iglesia y de sus miembros que, por otra parte esperan que se les reconozca la libertad de no traicionar su conciencia iluminada por el Evangelio".

  "Todo eso será más fácil -concluyó- si no se olvida nunca que todos los miembros de la sociedad deben comprometerse, respetándose recíprocamente, a conseguir en la comunidad el bien verdadero del ser humano del que son bien conscientes los italianos, nutridos por veinte siglos de cultura impregnada de cristianismo".
VE/VISITA OFICIAL ITALIA/NAPOLITANO                VIS 20081006 (850)


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