SALMO 86: JERUSALEN, CIUDAD DE PAZ Y MADRE UNIVERSAL

CIUDAD DEL VATICANO, 13 NOV 2002 (VIS) - El salmo 86, "Jerusalén, madre de todos los pueblos" fue el centro de la catequesis de Juan Pablo II durante la tradicional audiencia de los miércoles, que se celebró en el Aula Pablo VI en presencia de 7.000 peregrinos.

  "El himno a Jerusalén, ciudad de paz y madre universal, que acabamos de escuchar -dijo el Papa- desgraciadamente está en contraste con la experiencia histórica que la ciudad está atravesando. Pero la tarea de la plegaria es sembrar confianza y engendrar esperanza".
   "El salmista ve en Sión -prosiguió- el origen de todos los pueblos. Después de haber declarado el primado de la ciudad santa, no solo por méritos históricos o culturales sino solo por el amor que Dios siente por ella, el salmo se abre a una celebración de este car cter universal que hermana a todos los pueblos. Se ensalza a Sión como a la madre de toda la humanidad y no solamente de Israel. Una afirmación de extraordinaria audacia. El salmista lo sabe. (...) Sión es la madre de toda la especie humana porque es 'la ciudad de Dios': por eso está en el centro del proyecto de Dios".

  "Todos los puntos cardinales de la tierra están relacionados con esta madre", dijo el Papa citando a Egipto en el Oeste, a Babilonia en el Este, a Tiro "que personifica al pueblo comerciante del Norte", a Etiopía que representa el profundo Sur y a "Palestina, el Centro, también hija de Sión".

  "Es sugestivo observar -agregó- que incluso las naciones consideradas hostiles a Israel suben a Jerusalén donde se las acoge no como a extranjeras sino como a 'parientes'. (...) Todos deben descubrirásus raíces espirituales en Jerusalén, sentirse en su patria, encontrarse como miembros de la misma familia, abrazarse como hermanos que regresan a su casa".

  Al final de su catequesis Juan Pablo II habló de la "clave mariológica" en la que se puede leer el salmo. "Jerusalén -explicó- era para el salmista una auténtica 'metrópolis', es decir una 'ciudad madre' en la que el Señor estaba presente. En esta perspectiva el cristianismo canta a María como la Sión viviente, en cuyo seno se engendró el Verbo encarnado y en consecuencia se regeneraron los hijos de Dios".

  Finaliza la audiencia el Papa se trasladó a la plaza de los Protomártires Romanos y bendijo una estatua de Santa María Soledad Torres Acosta, fundadora de las Siervas de María, Ministras de los Enfermos".

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