Ciudad
del Vaticano, 12 de mayo 2015 (VIS).-''La paz se construye día por
día...No es un producto industrial, es un producto artesanal. Se
construye cada día con nuestro trabajo, con nuestra vida, con
nuestra cercanía'', dijo ayer el Papa Francisco a los niños de la
Fábrica de la Paz, la asociación italiana que se propone favorecer
la integración multiétnica y sensibilizar a los responsables
espirituales, políticos y de la educación para que utilicen un
lenguaje de paz.
Francisco respondió a las preguntas,
muy directas y concretas, de trece niños entre los siete mil que
llenaban el Aula Pablo VI. Algunas eran más personales, como la de
una niña que quería saber si el Papa había reñido alguna vez con
sus hermanos o con alguien de su familia, como le pasaba a ella.
''Todos hemos reñido alguna vez con alguien de nuestra familia –
contestó el Pontífice- Forma parte de la vida porque uno quiere
hacer una cosa ,el otro, otra... Pero al final lo importante es hacer
las paces... No terminar el día sin haberlas hecho. A veces yo
tengo razón y el otro está equivocado ¿Cómo voy a pedir
disculpas? No me disculpo, pero hago un gesto de cercanía y la
amistad continúa. … Yo también he reñido muchas veces, incluso
ahora... Me enfado... Pero siempre trato de hacer las paces juntos.
Es humano reñir. Lo importante es que no se quede ahí''.
Otro estaba interesado en saber si el
Papa no se cansaba de estar entre tanta gente y necesitaba de vez en
cuando un poco de paz. '' A veces me gustaría tener un poco más
de tranquilidad, descansar más. Es verdad. -reconoció Francisco-
Pero estar con la gente no quita la paz. ... Lo que quita la paz es
no quererse unos a otros. Lo que quita la paz son los celos, la
envidia, la avaricia... Pero es bueno estar con la gente, eso no
quita la paz. Cansa un poco, porque uno se cansa, yo no soy un
hombre joven .... Pero no quita la paz''.
Algunas preguntas eran más generales,
como la de un niño egipcio que preguntó por qué las personas con
poder no ayudaban a la escuela. ''Es una pregunta que se puede
ampliar -respondió el Santo Padre-¿Por qué muchas personas
poderosas no quieren la paz? ¡Porque viven de la guerra, de la
industria de las armas! Algunos poderosos ganan con la fabricación
de armas, y venden armas a un país que está en contra de otro, y
luego al otro que está en contra de aquel. Es la industria de la
muerte. Así ganan dinero. La codicia hace tanto daño, el deseo de
tener más y más dinero. Cuando vemos que todo gira en torno al
dinero – el sistema económico gira en torno al dinero y no a la
persona- se sacrifica tanto y se hace la guerra para defender el
dinero. ¿Y por qué tantas personas no quieren la paz? ¡Porque
ganan más con la guerra! Se gana dinero, pero se pierde la vida, se
pierde la cultura, se pierde la educación, tantas cosas.... Un
anciano sacerdote que conocí hace años, me decía: ''El diablo
entra por la cartera''.
El Papa explicó a otro niño que
quería una definición de paz que ''la paz es en primer lugar que no
haya guerras....pero también que haya amistad entre todos, que cada
día se de un paso adelante por la justicia, porque hay niños con
hambre, porque hay niños enfermos que no tienen la oportunidad de se
atendidos ... Hacer todo esto es hacer la paz. La paz es un trabajo,
no es estar tranquilos … La verdadera paz es trabajar para que
todos puedan solucionar los problemas y las necesidades que tienen
en su tierra, en su casa, en su familia, en su sociedad''.
“¿En tu opinión un día seremos
todos iguales?” fue otra de las cuestiones planteadas. ''Esta
pregunta se puede responder de dos maneras -afirmó el Papa- todos
somos iguales - ¡todos! - Pero no nos reconocen esta verdad, no nos
reconocen esta igualdad, y por eso algunos son – digámoslo entre
comillas - más felices que otros. Pero ese no es un derecho. Todos
tenemos los mismos derechos. Cuando no se percibe este hecho, la
sociedad es injusta. No es cómo exige la justicia Y donde no hay
justicia, no puede haber paz. Me gustaría decirlo con vosotros:
"Donde no hay justicia, no hay paz!" ...
Y el encuentro concluyó con un coro
de siete mil voces que repetía con el Papa:"¡Donde no hay
justicia, no hay paz".
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