Ciudad
del Vaticano, 14 mayo 2014
(VIS).- El Santo Padre, en la catequesis de la Audiencia General, ha
mencionado los primeros tres dones del Espíritu Santo que ya trató
en las pasadas catequesis: sabiduría, intelecto y consejo, y ha
continuado hablando del cuarto: la fortaleza. Para explicar su
importancia ha recordado la parábola del sembrador. Las semillas que
caen en la carretera se las comen los pájaros, las que caen entre
las piedras se secan, pero solo las que caen en terreno bueno crecen
y dan fruto.
El
sembrador es el Padre que esparce las semillas de su Palabra. ''Las
semillas chocan a menudo con la sequedad de nuestro corazón y aunque
se acepten, aveces permanecen estériles. Con el don de la fortaleza,
en cambio, el Espíritu Santo libera el terreno de nuestro corazón
del entumecimiento, de las incertidumbres y de todos los temores que
pueden pararlo, para que la Palabra del Señor se ponga en práctica,
de forma autentica y alegre''.
El
Papa ha hablado de todos aquellos momentos difíciles y situaciones
extremas en las que el don de la fortaleza se manifiesta de manera
extraordinaria y ha recordado que en la actualidad hay muchos
hermanos y hermanas que no tienen miedo de dar su vida por continuar
a ser fieles al Señor y a su Evangelio, y cómo la Iglesia
resplandece con estos testimonios. ''Todos conocemos personas que han
vivido situaciones difíciles, de mucho dolor. Pensemos en esos
hombres y mujeres que llevan una vida difícil, luchan para sacar a
delante la familia, educar a los hijos: hacen todo esto porque el
espíritu de la fortaleza les ayuda... Estos hermanos y hermanas son
santos, santos del cotidiano, santos escondidos en medio de nosotros:
tienen el don de la fortaleza para llevar a cabo su deber como
personas, como padres, madres, hermanos, hermanas y ciudadanos... Y
nos vendrá bien pensar en esta gente: Si ellos hacen todo esto, si
ellos pueden hacerlo ¿Por qué yo no? Nos vendrá bien pedir al
Señor que nos de el don de la fortaleza''.
''No
hay que pensar -ha continuado- que el don de la fortaleza sea
necesario solo en determinadas ocasiones o situaciones. Este don debe
constituir la nota de fondo de nuestro ser cristiano, en lo habitual
de nuestra vida cotidiana''. Por ello, Francisco ha recordado la
frase del apóstol Pablo destacando que el Señor está siempre con
nosotros: ''Puedo hacer todo a través de Él que me da la
fortaleza''.
Antes
de finalizar, el Pontífice ha añadido que ''a veces podemos estar
tentados por la pereza o peor aun, por el desaliento, sobre todo ante
las dificultades y las pruebas de la vida. En estos casos, no
perdamos los ánimos, e invoquemos al Espíritu Santo, para que con
el don de la fortaleza levante nuestros corazones dándonos nueva
fuerza y entusiasmo en nuestra vida y en nuestro seguir a Jesús''.
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