Ciudad
del Vaticano, 15 mayo 2014
(VIS).-El Papa Francisco ha recibido esta mañana las cartas
credenciales de siete nuevos embajadores ante la Santa Sede:
Pierre-Yves Fux (Suiza) Rudolf P. von Balimoos,(Liberia), Nega
Tsegaye Tessema (Etiopia), Nasreldin Ahmed Wali Abdeltif (Sudan)
Margaret Ann Louise Jobson (Jamaica) Claudinah Ntini Ramosepele
(Sudáfrica y Mysore Kapanalah Lokesh (India).
El
Santo Padre ha centrado su discurso a los diplomáticos en los retos
que plantean a la paz el comercio de armas y la emigración forzosa.
''La
paz - ha dicho- Esta palabra resume todos los bienes a los que
aspira cada persona y todas las sociedades humanas . Incluso el
esfuerzo con que queremos promover las relaciones diplomáticas no
tiene, en último análisis, otro propósito que este: conseguir que
en la familia humana crezca la paz, en el desarrollo y la justicia .
Se trata de una meta que nunca se ha alcanzado plenamente y cuya
búsqueda se replantea siempre a cada generación según los desafíos
de la época''.
''Todo
el mundo habla de paz -ha observado- todos afirman que la desean,
pero por desgracia la proliferación de armas de todo tipo conduce
en la dirección opuesta . El comercio de armas tiene el efecto de
complicar y alejar la resolución de conflictos, tanto más en cuanto
que se desarrolla y se lleva a cabo en gran parte fuera de la ley.
Considero por tanto que, mientras estamos reunidos en esta Sede
Apostólica, que por su naturaleza está llamada a servir
especialmente la causa de la paz, podemos unir nuestras voces para
desear que la comunidad internacional inaugure una nueva estación de
esfuerzo concertado y decidido que se oponga al aumento de los
armamentos y favorezca su reducción''.
Francisco
ha recordado que otro reto para la paz, que salta a la vista y que
''desgraciadamente asume en algunas regiones y en determinados
momentos el carácter de una tragedia humana verdadera y propia es
el de la migración forzosa'' que ha definido como fenómeno muy
complejo reconociendo también los esfuerzos de las organizaciones
internacionales, los Estados, las diversas fuerzas sociales y
religiosas para responder ''de forma civil y organizada a los
aspectos más críticos, a las emergencias y las situaciones de
mayor necesidad'' .Pero , incluso en este caso , ''nos damos cuenta
de que no podemos limitarnos a correr tras las emergencias. El
fenómeno se ha manifestado ya en toda su amplitud y de una forma
que hace época. Ha llegado el momento de enfrentarlo con una
perspectiva política seria y responsable que toque todos los
niveles: , mundial, continental, de macro-regiones, de relaciones
entre las naciones, hasta el ámbito nacional y local''.
En
este campo hay experiencias opuestas. Por una parte ''casos
maravillosos de humanidad, de acogida, de encuentros: personas y
familias que han logrado salir de una realidad inhumana y han vuelto
a descubrir la dignidad , la libertad , la seguridad. Y por otra,
desgraciadamente historias que nos hacen llorar y avergonzarnos:
seres humanos , hermanos y hermanas nuestros , hijos de Dios, que
llevados por el deseo de vivir y trabajar en paz, se enfrentan a
travesías extenuantes y sufren el chantaje, la tortura, vejaciones
de todo tipo , para terminar a veces muertos en el desierto o en el
fondo del mar''.
El
fenómeno de la migración forzosa ''está estrechamente vinculado a
los conflictos y las guerras , y por lo tanto también al problema de
la proliferación de las armas... Son las heridas de un mundo que es
el nuestro, en el que Dios nos ha puesto a vivir hoy y nos llama a
ser responsables de nuestros hermanos y hermanas, para que ningún
ser humano sea violado en su dignidad . Sería una contradicción
absurda hablar de la paz, negociar la paz y, al mismo tiempo,
promover o permitir el comercio de armas.. También podríamos pensar
que, de alguna manera, sería una actitud cínica proclamar los
derechos humanos y, al mismo tiempo, ignorar o no hacerse cargo de
hombres y mujeres que obligados a abandonar sus tierras mueren en el
intento o no son acogidos por la solidaridad internacional''.
''La
Santa Sede -ha concluido el Pontífice- afirma ante vosotros y ante
vuestros respectivos países su firme voluntad de seguir
colaborando para dar pasos hacia adelante en estos frentes y en
todos los caminos que conducen a la justicia y la paz, basándose en
los derechos humanos reconocidos universalmente ''.
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