Ciudad
del Vaticano, 22 febrero 2014
(VIS).-Esta mañana, a las 11, se ha celebrado en la Basílica
Vaticana el Consistorio ordinario público en el que el Santo Padre
ha creado 19 nuevos cardenales, a los que ha impuesto la birreta, ha
entregado el anillo y ha asignado el título o diaconía.
A la celebración ha asistido también
el Papa emérito Benedicto XVI al que el Papa Francisco ha abrazado
entrando en la basílica y que ha sido saludado también en su
discurso por el Secretario de Estado, Pietro Parolin, el primero
entre los nuevos cardenales, que ha dirigido al Santo Padre, en
nombre de todos los neo-purpurados unas palabras de gratitud. Entre
los nuevos cardenales no estaba presente Loris Francesco Capovilla, a
quien la birreta cardenalicia le será entregada en los próximos
días en su lugar de residencia, Sotto il Monte, en la provincia
italiana de Bérgamo.
El
de hoy es el primer consistorio ordinario público en el pontificado
del Papa Francisco, que ha abierto su alocución
con la frase del evangelio de San Marcos, leído en esta ocasión “Y
Jesús iba delante de ellos”.
“También
en este momento -ha dicho - Jesús camina delante de nosotros. Él
siempre está por delante de nosotros. Él nos precede y nos abre el
camino... Y esta es nuestra confianza y nuestra alegría: ser
discípulos suyos, estar con él, caminar tras él, seguirlo...Cuando
con los cardenales hemos
concelebrado juntos la primera Misa en la Capilla Sixtina, "caminar"
ha sido la primera palabra que el Señor nos ha propuesto: caminar, y
después construir y confesar. Hoy vuelve esta palabra, pero como un
acto, como una acción de Jesús que continúa: "Jesús
caminaba...". Nos llama la atención esto en los evangelios:
Jesús camina mucho e instruye a los suyos a lo largo del camino.
Esto es importante. Jesús no ha venido a enseñar una filosofía,
una ideología..., sino una "vía", una senda para
recorrerla con él, y la senda se aprende haciéndola, caminando. Sí,
queridos hermanos, esta es nuestra alegría: caminar con Jesús. Pero
esto no es fácil, no es cómodo, porque la vía escogida por Jesús
es la vía de la cruz. Mientras van de camino, él habla a sus
discípulos de lo que le sucederá en Jerusalén: anuncia su pasión,
muerte y resurrección. Y ellos se quedan "sorprendidos" y
"asustados". Sorprendidos, cierto, porque para ellos subir
a Jerusalén significaba participar en el triunfo del Mesías, en su
victoria, como se ve luego en la petición de Santiago y Juan; y
asustados por lo que Jesús habría tenido que sufrir, y que también
ellos corrían el riesgo de padecer”.
“A
diferencia de los discípulos de entonces, -ha señalado el Papa-
nosotros sabemos que Jesús ha vencido, y no deberíamos tener miedo
de la cruz, sino que, más bien, en la Cruz tenemos nuestra
esperanza. No obstante, también nosotros somos humanos, pecadores, y
estamos expuestos a la tentación de pensar según el modo de los
hombres y no de Dios. Y cuando se piensa de modo mundano, ¿cuál es
la consecuencia? Dice el Evangelio
"Los otros diez se indignaron contra Santiago y Juan".
Ellos se indignaron. Si prevalece la mentalidad del mundo, surgen las
rivalidades, las envidias, los bandos... Así, pues, esta palabra que
hoy nos dirige el Señor es muy saludable. Nos purifica
interiormente, proyecta luz en nuestra conciencia y nos ayuda a
ponernos en plena sintonía con Jesús, y a hacerlo juntos, en el
momento en que el Colegio de Cardenales se incrementa con el ingreso
de nuevos miembros”.
"Llamándolos
Jesús a sí..." - ha observado Francisco, citando de nuevo el
evangelio de Marcos- He aquí el otro gesto del Señor. Durante el
camino, se da cuenta de que necesita hablar a los Doce, se para y los
llama a sí. Hermanos, dejemos que el Señor Jesús nos llame a sí.
Dejémonos con-vocar por él. Y escuchémosle con la alegría de
acoger juntos su palabra, de dejarnos enseñar por ella y por el
Espíritu Santo, para ser cada vez más un solo corazón y una sola
alma en torno a él. Y mientras estamos así, convocados, "llamados
a sí" por nuestro único Maestro, también yo os digo lo que la
Iglesia necesita: tiene necesidad de vosotros, de vuestra
colaboración y, antes de nada, de vuestra comunión, conmigo y
entre vosotros. La Iglesia necesita vuestro valor para anunciar el
evangelio en toda ocasión, oportuna e inoportunamente, y para dar
testimonio de la verdad. La Iglesia necesita vuestras oraciones, para
apacentar bien la grey de Cristo, la oración que, no
lo olvidemos, con el anuncio de la Palabra, es el
primer deber del Obispo. La Iglesia necesita vuestra compasión sobre
todo en estos momentos de dolor y sufrimiento en tantos países del
mundo. Expresamos nuestra
cercanía espiritual a las comunidades eclesiales y a todos los
cristianos que sufren discriminación y persecución Tenemos
que luchar contra cualquier discriminación. La Iglesia
necesita que recemos por ellos, para que sean fuertes en la fe y
sepan responder el mal con bien. Y que esta oración se haga
extensiva a todos los hombres y mujeres que padecen injusticia a
causa de sus convicciones religiosas”.
“La
Iglesia -ha concluido- también necesita de nosotros para que seamos
hombres de paz y construyamos la paz con nuestra obras, nuestros
deseos, nuestras oraciones: por ello imploramos la paz y la
reconciliación para los pueblos que en estos tiempos sufren la
prueba de la violencia y de la guerra. Hacer la paz, artífices de
paz Gracias, queridos hermanos. Gracias. Caminemos juntos tras el
Señor, y dejémonos convocar cada vez más por él, en medio del
Pueblo fiel, del santo Pueblo fiel
de Dios, de la Santa Madre Iglesia”.
Terminada
su alocución, el Papa ha pronunciado la fórmula de creación de los
nuevos cardenales, sus nombres y el orden diaconal o presbiteral al
que han sido asignados. Los nuevos cardenales han recitado el Credo y
el juramento de fidelidad y obediencia al Papa y a sus sucesores.
Seguidamente, han recibido la birreta cardenalicia y el anillo de
manos del Papa, que les ha asignado también el título o la
diaconía.
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