Ciudad
del Vaticano, 11 marzo 2013 (VIS).- La "logística" de un
Cónclave no está diseñada según pareceres particulares ni modas
pasajeras sujetas a la improvisación. La tradición litúrgica
-fijada tras la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II- señala
con gran precisión las normas y ritos que deben seguirse. Estos
están en el Libro de los Ritos del Cónclave.
El
primer aspecto que se subraya en este libro es la importancia que
tiene el Cónclave, ya que supone la elección del Romano Pontífice.
Después, centrándose en la Misa que antecede al ingreso en el
Cónclave, se dedica todo un capítulo a exponer los ritos y rúbricas
de esta celebración eucarística.
En
el capítulo II se exponen los momentos más significativos del acto
solemne de entrada en el Cónclave con el juramento específico que
realizan los cardenales.
Cómo
deben llevarse a cabo las votaciones y el escrutinio de los votos,
también está sujeto a un orden que hay que observar con exactitud,
así como los ritos que proceden y siguen, tanto el momento de la
aceptación del elegido como Romano Pontífice como su proclamación.
El
libro de los Ritos del Cónclave concluye, en el capítulo V, con el
solemne anuncio de la elección del Papa y su primera bendición
"Urbi et Orbi".
Siempre
en conformidad con la Constitución Apostólica “Universi
Dominici Gregis” (promulgada
por Juan Pablo II), Benedicto
XVI ha introducido
algunas novedades con el fin de mejorar el desarrollo del Cónclave.
Por ejemplo, en la misa “Para elegir al Romano Pontífice”, se
prevé que participen todos los cardenales, no solo los electores.
Otra novedad es dónde debe llevarse a
cabo el Rito del Ingreso en el Cónclave y del Juramento de los
cardenales: la Capilla Paulina es el lugar concreto previsto para
estos dos actos.
La norma establece que, en esta
ceremonia, el primer cardenal por orden y antigüedad - actualmente
el cardenal Giovanni Battista Re-, preside el acto, que comienza
haciendo la señal de la cruz y pronunciando las siguientes palabras:
"El Señor, que guía nuestros
corazones en el amor y la paciencia de Cristo, esté con todos
vosotros".
Tras esta breve oración, el cardenal
Re invitará a todos los reunidos a comenzar la procesión hacia la
Capilla Sixtina, lugar de reunión del Cónclave, con estas palabras:
"Venerables
hermanos: después de haber celebrado el divino misterio, entramos
ahora en Cónclave para elegir al Romano Pontífice.
Toda la Iglesia, unida a nosotros en
oración, invoca constantemente la gracia del Espíritu Santo, para
que sea elegido de entre nosotros un digno Pastor de toda la grey
de Cristo.
El Señor dirija nuestros pasos en la
vía de la verdad, a fin de que, por la intercesión de la Beata
Siempre Virgen María, de los Apóstoles Pedro y Pablo, y de todos
los Santos hagamos siempre aquello que sea de su agrado”.
Tras esta oración, los cardenales
caminan en procesión hacia la Capilla Sixtina, procedidos por el
ministro que lleva la Cruz, el coro y los ceremonieros, el secretario
del Colegio de Cardenales y el eclesiástico que dirigirá la
meditación a los cardenales electos.
La comitiva la concluye un diácono,
revestido con alba y estola, que lleva el libro de los evangelios, y
el cardenal Re junto al maestro de ceremonias.
Durante
la procesión los cardenales cantan la Letanía de los Santos
-oración que en las celebraciones de la liturgia latina tiene una
destacada importancia y en la que se recuerdan a algunos santos de
Oriente y de Occidente- , para concluir con el himno “Veni Creator
Spiritus”, cuando los cardenales están ya reunidos en la Capilla
Sixtina.
En el cántico de la letanía de los
Santos se han introducido nombres no citados habitualmente, pero que
corresponden a la Iglesia universal, como los Patriarcas y Profetas
Abraham, Moisés y Elías; San Marón del Líbano; San Frumencio, de
Etiopía y Eritrea; Santa Nina de Georgia; San Gregorio el
Iluminador, de Armenia; San Patricio de Irlanda, y otros santos que
representan a diversos pueblos de la tierra como los mártires de
Canadá, de Uganda, de Corea, de Oceanía; Santa Rosa de Lima, por
América Latina, y algunos Papas entre los que se encuentra San Pío
X .
El
solemne juramento de los cardenales, ya dentro de la Capilla Sixtina,
sigue la fórmula establecida en la Constitución Apostólica
“Universi Dominici Gregis”: cada uno de ellos, posando la mano
sobre el evangelio, dice la formula prescrita.
Cuando el último de los cardenales
electores ha terminada de prestar juramento, el maestro de ceremonias
dice la formula tradicional "Extra omnes" y aquellos que no
participan en el Cónclave abandonan la Capilla Sixtina.
Presente todavía el maestro de
ceremonias, el cardenal Prosper Grech pronuncia la meditación a los
cardenales electos que tiene que versar sobre el grave deber que
tienen ante si de elegir al Papa, moviéndose con rectitud de
intención, buscando solo cumplir la voluntad de Dios, y mirando
únicamente al bien de toda la Iglesia.
Tras esta exhortación, el cardenal
Giovanni Battista Re propone al Colegio de los Electores que accedan
a la primera elección del Cónclave.
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