CIUDAD DEL VATICANO, 25 JUL 2010 (VIS).-Benedicto XVI se asomó a mediodía al balcón del patio interior del palacio apostólico de Castelgandolfo para rezar el Ángelus con los fieles acudidos a esa localidad donde transcurre un período de descanso.
El Papa comentó el Evangelio de este domingo en que los discípulos piden a Cristo que les enseñe a rezar. “Jesús no hizo objeciones, no habló de fórmulas extrañas o esotéricas -observó el pontífice-, sino que con mucha sencillez dijo: “Cuando recéis, decid “Padre... y les enseñó el Padre Nuestro”.
“Estamos ante las primeras palabras de la Sagrada Escritura que aprendemos desde niños. Se graban en la memoria, plasman nuestra vida, nos acompañan hasta nuestro último respiro. (...) Esta oración acoge y expresa, también, las necesidades humanas materiales y espirituales. (...) Y precisamente a causa de las necesidades y dificultades de cada día Jesús nos exhorta con fuerza: (...) Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y os abrirán”, explicó el Santo Padre.
“No es un pedir para satisfacer las propias ganas, sino más bien para mantener despierta la amistad con Dios. (...) Lo experimentaron los antiguos “padres del desierto” y los contemplativos de todas las épocas, transformados merced a la oración en “amigos de Dios”. El Papa citó también las palabras de Santa Teresa de Ávila, cuando exhortaba a sus compañeras a “suplicar a Dios que nos libre de estos peligros para siempre y nos saque ya de todo mal. Y aunque no sea nuestro deseo con perfección, esforcémonos a pedir la petición. ¿Qué nos cuesta pedir mucho, pues pedimos a poderoso?”.
“Cada vez que rezamos el Padre Nuestro nuestra voz se entrelaza a la de la Iglesia porque el que reza nunca está solo. (...) ¡Que la Virgen María nos ayude a descubrir la belleza y la profundidad de la oración cristiana!”, concluyó Benedicto XVI.
ANG/ VIS 20100726 (320)
El Papa comentó el Evangelio de este domingo en que los discípulos piden a Cristo que les enseñe a rezar. “Jesús no hizo objeciones, no habló de fórmulas extrañas o esotéricas -observó el pontífice-, sino que con mucha sencillez dijo: “Cuando recéis, decid “Padre... y les enseñó el Padre Nuestro”.
“Estamos ante las primeras palabras de la Sagrada Escritura que aprendemos desde niños. Se graban en la memoria, plasman nuestra vida, nos acompañan hasta nuestro último respiro. (...) Esta oración acoge y expresa, también, las necesidades humanas materiales y espirituales. (...) Y precisamente a causa de las necesidades y dificultades de cada día Jesús nos exhorta con fuerza: (...) Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y os abrirán”, explicó el Santo Padre.
“No es un pedir para satisfacer las propias ganas, sino más bien para mantener despierta la amistad con Dios. (...) Lo experimentaron los antiguos “padres del desierto” y los contemplativos de todas las épocas, transformados merced a la oración en “amigos de Dios”. El Papa citó también las palabras de Santa Teresa de Ávila, cuando exhortaba a sus compañeras a “suplicar a Dios que nos libre de estos peligros para siempre y nos saque ya de todo mal. Y aunque no sea nuestro deseo con perfección, esforcémonos a pedir la petición. ¿Qué nos cuesta pedir mucho, pues pedimos a poderoso?”.
“Cada vez que rezamos el Padre Nuestro nuestra voz se entrelaza a la de la Iglesia porque el que reza nunca está solo. (...) ¡Que la Virgen María nos ayude a descubrir la belleza y la profundidad de la oración cristiana!”, concluyó Benedicto XVI.
ANG/ VIS 20100726 (320)
No hay comentarios:
Publicar un comentario