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jueves, 27 de enero de 2005

EL PAPA: NADIE PUEDE IGNORAR LA TRAGEDIA DE LA SHOAH


CIUDAD DEL VATICANO, 27 ENE 2005 (VIS).-El cardenal Jean-Marie Lustiger, arzobispo de París, en calidad de enviado del Papa, leyó hoy un mensaje de Juan Pablo II en el curso de la conmemoración del 60 aniversario de la liberación del campo de concentración del nazismo de Auschwitz-Birkenau, en Polonia, en la que han participado treinta jefes de Estado.

Para Juan Pablo II, Auschwitz es "el trágico fruto del odio programado" y agrega que "en estos días debemos recordar a los millones de personas que sin culpa alguna soportaron sufrimientos inhumanos y fueron exterminados en las cámaras de gas y en los crematorios".

El Papa recuerda su visita a Auschwitz en 1979, cuando se detuvo "ante las lápidas dedicadas a las víctimas. Había frases grabadas en diversas lenguas. (...) Me detuve entonces más tiempo en las lápidas escritas en hebreo. Dije: "Este pueblo tiene su origen en Abraham, que es también nuestro padre en la fe, como afirmó Pablo de Tarso. Precisamente este pueblo, que recibió de Dios el mandamiento 'No matarás', ha experimentado en sí mismo de forma particular lo que significa 'matar'. A nadie le es lícito pasar de largo frente a esta lápida".

"Hoy repito aquellas palabras. Nadie puede ignorar la tragedia de la Shoah. Aquel intento de destruir de forma programada a todo un pueblo se extiende como una sombra sobre Europa y el mundo entero; es un crimen que mancha para siempre la historia de la humanidad. Que sirva de advertencia para nuestros días y para el futuro: no hay que ceder frente a las ideologías que justifican la posibilidad de pisotear la dignidad humana basándose en la diversidad de raza, del color de la piel, de lengua o de religión. Dirijo este llamamiento a todos y en particular a aquellos que en nombre de la religión recurren al atropello y al terrorismo".

"Estas reflexiones me han acompañado especialmente -dice el Papa- durante la solemne liturgia penitencial en San Pedro en el Gran Jubileo del Año 2000 y también cuando fui como peregrino a los Santos Lugares y subí a Jerusalén y en el Yad Vashem, el memorial de la Shoah".

El Santo Padre recuerda las lápidas rusas que vio durante su viaje a Auschwitz en 1979: "No es posible olvidar que (en la Segunda Guerra Mundial) los rusos fueron el grupo más numeroso de personas que perdieron trágicamente la vida. También los gitanos, en la intención de Hitler, estaban destinados al exterminio total".

"Me detuve por fin -escribe- frente a la lapida escrita en polaco. Dije entonces que la experiencia de Auschwitz constituía "una etapa ulterior en las luchas seculares de esta nación, de mi nación, en defensa de sus derechos fundamentales entre los pueblos de Europa. Era de nuevo otro grito por el derecho de ocupar su propio lugar en el mapa de Europa: de nuevo una cuenta dolorosa con la conciencia de la humanidad. La afirmación de esta verdad no era más que una invocación a la justicia histórica para esta nación que había afrontado tantos sacrificios en la liberación del continente europeo de la nefasta ideología nazi y había sido vendida como esclava a otra ideología destructiva: el comunismo soviético".

El Santo Padre rezó en Auschwitz , y sigue rezando para que las víctimas intercediesen "por la paz (...) y por la dignidad de la persona humana, por los derechos de todo ser humano a la búsqueda libre de la verdad, para que se observen las normas morales".

No podemos olvidar, subraya, que "en medio de esa acumulación indescriptible del mal, hubo manifestaciones heroicas de adhesión al bien. Ciertamente hubo personas (...) que demostraron amor no solo por sus compañeros de prisión, sino también por sus verdugos. Muchos lo hicieron por amor de Dios y del ser humano, otros en nombre de elevados valores espirituales. (...) Gracias a su comportamiento se hizo patente una verdad que aparece a menudo en la Biblia: Incluso si el ser humano es capaz de hacer el mal, a veces un mal enorme, éste no tendrá la última palabra".

El sentido profundo de las ceremonias de este aniversario, concluye Juan Pablo II, " es rendir homenaje a aquellas personas, sacar a la luz la verdad histórica y sobre todo que todos se den cuenta de que aquellos hechos tenebrosos deben ser para los seres humanos de hoy una llamada a la responsabilidad para construir nuestra historia. ¡Que nunca más en ningún rincón de la tierra se repita lo que han experimentado los hombres y mujeres que lloramos desde hace sesenta años!".
JPII-MENSAJE/ANIVERSARIO AUSCHWITZ/LUSTIGER VIS 20050127 (760)

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