lunes, 2 de abril de 2007

SEGUIR A CRISTO SIGNIFICA ENTREGARSE TOTALMENTE A EL

CIUDAD DEL VATICANO, 1 ABR 2007 (VIS).-A las 9,30 de hoy, el Santo Padre presidió en la Plaza de San Pedro la solemne celebración litúrgica del Domingo de Ramos y de la Pasión del Señor, con la que inicia la Semana Santa. El Papa bendijo las palmas y los olivos y, al terminar la procesión desde el obelisco hasta el altar, celebró la Eucaristía.

  Participaron en la celebración eucarística 50.000 personas, la mayoría jóvenes de Roma y de otras diócesis, con ocasión de la XXII Jornada Mundial de la Juventud, sobre el tema: "Como yo os he amado, así amaos también vosotros los unos a los otros".

  En la homilía, Benedicto XVI afirmó que en la procesión del Domingo de Ramos aclamamos al Señor, como los discípulos que le acompañaban, "por todos los prodigios que hemos visto. También nosotros hemos visto y seguimos viendo los prodigios de Cristo: cómo lleva a hombres y mujeres a renunciar a las comodidades de la propia vida y a ponerse totalmente al servicio de los que sufren; cómo otorga el coraje a hombres y mujeres para oponerse a la violencia y a la mentira y dejar espacio en el mundo a la verdad; cómo, en lo secreto, induce a hombres y mujeres a hacer el bien a los demás, a suscitar la reconciliación donde había odio, a crear la paz donde reinaba la enemistad".

  La procesión de las Palmas, continuó, "es también una procesión de Cristo Rey. (...). Reconocerle como Rey significa aceptarle como quien nos indica el camino. (...) Significa aceptar día tras día su palabra como criterio válido para nuestra vida. Significa ver en Él la autoridad a la que nos sometemos. Nos sometemos a Él porque su autoridad es la autoridad de la verdad".

  Tras poner de relieve que la procesión de las Palmas "es también expresión de nuestro "sí" a Jesús y de nuestra disponibilidad a caminar con Él allí donde nos lleve", preguntó: "¿Qué significa en concreto "seguir a Cristo?". "Se trata de la decisión fundamental de dejar de considerar la utilidad, la ganancia, la carrera y el éxito como el objetivo último de mi vida, para reconocer sin embargo como criterios auténticos la verdad y el amor. Se trata de optar entre vivir sólo para mí o entregarme por lo más grande. (...) Al seguirle me pongo al servicio de la verdad y del amor. Al perderme, vuelvo a encontrarme".

  El Santo Padre comentó que el salmo de la misa de hoy "nos explica qué significa subir con Cristo. "¿Quién subirá al monte del Señor?", e indica dos condiciones esenciales. Quienes suben y quieren llegar verdaderamente hasta arriba, hasta la verdadera altura, tienen que ser personas que (...) escrutan a su alrededor para buscar a Dios, para buscar su Rostro".

  Dirigiéndose entonces a los jóvenes, el Papa hizo hincapié en la importancia, sobre todo hoy, de "no dejarse llevar de un lado para otro en la vida; de no contentarse con lo que todos piensan, dicen y hacen. Hay que escrutar y buscar a Dios. No hay que dejar que la pregunta sobre Dios se disuelva en nuestras almas, el deseo de lo más grande, el deseo de conocerle, su Rostro".

  "La otra condición muy concreta para la subida es que puede estar en el lugar santo "quien tiene manos inocentes y corazón puro". Manos inocentes son las que no se usan para cometer actos de violencia. Son manos que no se han ensuciado con la corrupción, con los sobornos". Y subrayó que "es puro un corazón que no finge y no se mancha con la mentira y la hipocresía. Un corazón que es transparente como el agua de un manantial, porque en él no hay doblez. Es puro un corazón que no se extravía con la embriaguez del placer; un corazón cuyo amor es auténtico y no una simple pasión del momento".

  Benedicto XVI concluyó recordando que "Jesús, con la cruz, ha abierto de par en par la puerta de Dios, la puerta entre Dios y los hombres. Ahora está abierta. Pero el Señor también (...) toca a las puertas del mundo, a las puertas de nuestros corazones, que con tanta frecuencia y en tan elevado número están cerradas para Dios. Y nos habla más o menos de este modo: si las pruebas que Dios en la creación te da de su existencia no logran abrirte a Él; si la palabra de la Escritura y el mensaje de la Iglesia te dejan indiferente, entonces, mírame a mí, que soy tu Señor y tu Dios. Este es el llamamiento que en esta hora dejamos penetrar en nuestro corazón".
HML/DOMINGO RAMOS/...                    VIS 20070402 (780)


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